Putísima mierda de vida tiene, y de igual manera tiene que soportarla. Sin poder ser normal durante cinco minutos siquiera. ¡¿Para qué vivo, joder?! Es algo que se pregunta todo el tiempo (claro, cuando está casi en sus cinco sentidos, ya que nunca puede estarlo por completo). Necesita a su madre, aunque sabe que no la quería, ahora mismo. Quiere contarle sus problemas a alguien, pero no puede porque las criaturas se lo impiden.
Y es que, desde que le diagnosticaron esa enfermedad de mierda a sus doce años, su padre la trata como basura. Todos podrían pensar que es por la enfermedad, ya que tiene miedo de que algo le pase, pero NO, el muy cabrón la trata como si no fuera normal. Pero ojo, que todo era color de rosa hasta ese momento en el que le avisaron que su hija tenía un grado alto de esquizofrenia. Pareciera como que a su progenitor se le saltó una chispa y todo se fue a tomar por culo, incluyendo a su mamá. No tiene hermanos ni hermanas, y ella era su único refugio.
Sus pequeños susurros "Amtransfme. Es todo lo que pido: amenme amenme." siempre se los dirigía a su madre. La pobre Hannah no se sentía querida, no entendía porque no podía ser como cualquier niña de su futuro colegio, con sus amigas y una familia completamente unida. No sabía porque justo a ella le tuvo que tocar vivir este infierno. Debe ser muy difícil que en plena adolescencia te digan que tienes una enfermedad sin cura, y más si se trata de la esquizofrenia.
Su padre fue un poco más frío con ella cada día hasta llegar a la tarde en la que un accidente automovilístico ocurrió, y en el que su progenitora estaba involucrada. Recibieron la llamada de la policía sabiendo que una mala noticia los esperaba, aunque no tan mala para su "querido" padre. Obvio que la mujer que le dio la vida había muerto un año después de saber sobre su trastorno mental, esa que tanto apreciaba ya no estaba para poder ahogar sus penas y controlar sus lágrimas.
Lo que restaba de ese día se la pasó en su habitación, con cadenas y un candado en la puerte, encerrada gracias al gilipollas. Al tener tan solo trece años intentaba entender porqué la trataba así, y suponía que era por los ataques que le habían agarrado al escuchar lo de su madre. Pero la forma en la que intento llevarla a su habitación fue arrastrándola de los pelos, sacándole así unos cuantos mechones. El peor dolor del mundo, según ella. Y, que se sepa que unos cuantos puños en la cara y panza se ganó por parte del mayor mientras se excusaba en su mente diciendo que el quería tocar y sentir algo.
Por la noche, una de las criaturas que estaba en su habitación le dijo que podría descargar su dolor con sus puños, aunque más que un comentario fue una orden que ella no podía evadir. ¿Cómo? Preguntó algo nerviosa mientras se reincorporaba con calma y miraba hacia su pared pintada de un color lila pastel. No podía ver bien a su supuesta alucinación por culpa de las lágrimas que inundaban sus ojos. Tampoco podía oírle con claridad ya que las voces en su cabeza se escuchaban demasiado fuerte. Su "amigo" le dijo que solo estampe sus puños en la pared y que se concentre en lo sucedido ese día. Y así lo hizo, "desechó" todo el odio que tenía dentro, pero no se percató de que solo logró hacerse más daño del que ya tenía. La piel de sus nudillos ya ni existía y solo sintió dolor y ardor unos minutos después de relajarse.
Monstruo, ¿cómo debería sentirme? Aquí hay criaturas, mirando a través de la ventana. Dijo esa noche al acostarse en su cama para intentar dormir, eran cerca de las cinco de la mañana y ella seguía sin poder dormir como en la mayoría de las demás noches. Con respecto a la palabra "monstruo", ella se dirigía a el cabronazo que rondaba por su casa. Y, las criaturas... ya sabéis, sus alucinaciones.
Hoy, tres años después de todo lo que conté anteriormente, las voces, que la llevan acompañando ya cuatro años, pretendían "ayudarla". Con dieciséis años, Hannah cree que es fácil escapar de su casa e irse a cualquier lugar, pero estar encerrada las veinticuatro horas del día, sin haber hecho contacto con nadie durante cuatro años y encima estar debilitada por no comer nada y solo tomar sus medicamentos le jugaban en contra. Cave decir que el tío jodido y asqueroso que se hace llamar padre acostumbró a llamarla "maldita enferma". Pero, de alguna forma, siempre se desquitaba haciendole caso a su mente. Todo era tan fácil para ella y las voces, que muchísimas veces asustaba, pero eso era más que normal.

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Maldita Enferma × One-Shoot ×
Short Story"Amenme, amenme. Es todo lo que pido: amenme, amenme" ×><><><><><><><><><><><><><><><><><× Inspirado en la letra de la canción "Monster - Meg and Dia". Publicado: 07/03/2017