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Louis llega al trabajo muy desconcertado.

-          Hola, Sara. ¿Ha llegado Leonardo?

-          Hace tres minutos. Está en su despacho.

-          Uf... - Louis está a punto de entrar pero Sara lo atura.- Espérate. Ya sabes cómo es, ahora se toma un café, hojea el periódico..., y hace la llamada de costumbre a su mujer.  

-          De acuerdo.- Se relaja y se deja caer al  sofá de allí cera. Encara suerte. Uf. Se pensaba que no llegaría. Ensancha un poco el cuello de su camisa, y lo desabrocha.- Ara tan solo hace esperar que la trucada con su mujer acabe bien...

-          A esta la veo dura- hace Sandra susurrando-, ella quiere divorciarse no puede suportar más... determinadas actitudes suyas.

-          ¿Y entonces? ¿Habrá tormenta?

-          Depende. Si abre la puerta y me pide que le envíe lo mismo de siempre, tienes posibilidades.

-          Lo mismo de siempre?

-          Sí, es un código. Flores con una hermosa tarjeta, ya están preparadas.- Sara abre un cajón y le enseña un montón de tarjetas, todas con el nombre de Francesca, cada una con una frase diferente, una por cada día, signadas todas por él.

-          Pero, Sara, ya sabes que, ¿aunque seas su secretaria no deberías saber tanto?

-          Si ya, ¡como si no me hubiese hecho buscar todas las frases a mí! Tuve que recopilar el bueno y mejor de los poetas modernos, pero que también fuesen desconocidos.- Escucha esta "yo permanezco incluso cuando no me tendrás y te tendré hasta sin poseerte" Complexa, criptica pero fuerte ¿he? De todos modos- dice Sara volviendo a cerrar el cajón.

La puerta se abre dejando ver la cabeza de Leo, y sus ojos de preocupación, tras el paso de las horas, por fin le dejan un pequeño respiro. Louis sale a respirar un poco el aire fresco, no se ha sacado de la cabeza a ese chico, ha permanecido en ella des de que Harry puso un pie fuera del coche. ¿Qué me debe estar pasando?

 La imagen de Harry, se esfuma al sentir su teléfono sonando. Lee el número de pantalla, no lo reconoce. Responde girándose ligeramente hacia la ventana.- sí.

-          Ei, Tomlinson, ¿cómo va? ¡He sacado un ocho, un ocho!

Su voz, fue como una dulce caricia en los odios de este, su voz, esta también se estuvo toda la mañana paseándose en la mente de Louis.

¡Era el! Le había llamado a él, el que fue abandonado, respira, no quieres que se dé cuenta de que estuviste pensando en el ¿verdad?

-          ¿Quién eres?

-          ¿Cómo que quien soy? Soy Harry ¿no?

Que inteligente Louis hacerle creer que no estuviste pensando en el toda la bendita mañana, ¿qué me estaba pasando?

-          Ah sí, Harry. Perdona, es que estoy en el trabajo...

El pequeño no lo dejo terminar.- Si, y yo estoy en el colegio más concretamente en el baño de mujeres.- En el mismo momento alguien llama a la puerta.

-          ¿Tienes por largo tiempo o qué?

Harry finge voz de mujer.

-          Ocupado

Louis no puede evitar soltar una carcajada ante tal actuación.

-          Escucha tengo que colgar, se ve que no se puede hablar tranquilamente aquí, en la escuela. Imagínate que tengo que decir algo importante a mi madre...

-          Harry...

-          Que, ¿qué pasa?

-          Estoy en el trabajo.

-          Si, ya me lo has dicho.

-          Entonces cuelgo.

-          De acuerdo, pero ahora no tengo que decir le una cosa importante a mi mama si no a ti. Escucha me vienes a buscar en la puerta del colegio a las 1:30pm? No, sabes, porque tengo un problema y nadie me puede acompañar.

-          Pero no sé si puedo, no creo, tengo una reunión.

-          Podrás... podrás...- Harry termina la llamada y sale del baño, donde se encuentra con la profesora que le acaba de poner un ocho.

-          Harry, este es el baño de mujeres.

-          Ai, perdóneme.

-          No creo que te hayas equivocado. A de mas este es el baño de profesores.

-          Entonces perdóname 2 veces.

-          Escucha, Harry, no me hagas repensarme el ocho que te puesto.

-          Le prometo que haré todo lo posible por mantenerlo.

La profesora sonríe y entra en el baño.

-          Y ahora, antes de que empiece la clase de la profesora Martínez...

-          Si... Harry la mira con ojos ingenuos.

La profesora se pone seriosa.

-          Apaga el teléfono,

-          Ya está profe, apagado.- Harry sonríe seductoramente y aparecen en su hermosa cara dos pequeños hoyuelos.

-          Muy bien, ahora sal del baño.

-          Estoy fuera, profe.

-          Muy bien, ocho mantenido.

-          Gracias profe!


Harry sonríe y va hacia su clase. Martínez acaba de entrar. Harry se atura para volver a encender el teléfono y lo pone en silencio, aún más sonriente, entra en clase.




 









Perdoname si te llamo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora