A tú regreso

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Desde que comenzó su vida como súper héroe, Tim tenía en claro algunas cosas, como por ejemplo que ese mundo no se trataba solamente de golpear chicos malos y lucir bien en trajes spadex. Su mentor desde que lo acogió le advirtió de lo duro que podía ser, de lo duro que era. Desde entrenar durante horas, debido a que la actividad física no era su fuerte (él era más un chico de ciencias), sin embargo tuvo que aprender a defenderse, a adaptarse si es que quería sobrevivir a todo ello.

La primera pérdida importante en su vida fue cuando murió su padre. Algo que sabe que solo podrá superar pero que nunca podrá olvidar.

Así era este mundo, así de oscuro y escabroso, el lugar en donde vivía le hacía todo un honor a su nombre, Gotham, una ciudad sumida en las sombras y protegida por el mismo señor de la noche y sus petirrojos, él era uno de ellos.

Sin embargo cuando creyó que las cosas podrían ir medianamente bien en la vida que eligió llevar, perdió a otra persona importante en su vida, Conner Kent, también conocido como Superboy. Su vida pareció una locura, una soledad eterna perdiendo personas que ama, viendo como sus amigos mueren por la causa y entregan sus vidas, como él mismo tiene que arriesgar la suya, ser herido no solo físicamente, sino también en su psicología  , aquello que lo mantenía cuerdo, que lo mantenía con los pies en la tierra.

La locura y soledad que lo embargó al nuevamente perder a alguien importante lo llevo a otro nivel. Al nivel de intentar clonar a su súper chico en un intento desesperado de traerlo de vuelta, pues ya no quería perder a nadie más.

Había pasado tantas noches en vela con ello. Tanto, que se había quedado dormido sobre su mesa de trabajo, sobre sus papeles y anotaciones que no sintió a una presencia que apareció de repente tras un destello que alumbro por unos segundos su oscuro laboratorio.

- Conner – fue la primera palabra que dijo al semi despertar tras unas horas recordando poco a poco lo que estaba haciendo antes de dormir, hasta que el sonido que parece un ligero tintineo lo hace ponerse alerta, sabe que se ha quedado dormido, encerrado y solo, así que si alguien está ahí tiene que ser un "no invitado".

Estaba a punto de levantarse de su asiento cuando apareció de repente frente a él, Conner Kent. Por un momento se quedó pasmado viendo, lo primero que pensó es que eso tenía que ser una alucinación suya, un sueño, quizás demasiado trabajo había terminado por volverlo loco por fin, sin embargo el Conner frente a él seguía ahí mirándolo fijamente, con esos ojos azules aparentemente sin brillo.

- Conner –Volvió a repetir mientras su visión se nublaba por las lágrimas, que inevitablemente resbalaron a su mejillas hasta su mentón, comenzando a caer al suelo – ¿Sera que lo he logrado, qué te he traído de vuelta? – No está seguro de ello, no está seguro de nada, su mente está perdida, no sabe si ese chico es SU chico, el que tanto anhela ver, el que esta muerto.

Sin embargo el súper chico en frente suyo, acercándose a pasos violentos, lo acorrala contra la pared de su laboratorio.

Las lágrimas no dejan de caer abundantemente por sus mejillas, ni cuando es acorralado. Mueve su mano buscando un arma, en caso de que tenga que sacárselo de encima, notando en el proceso como todo su cuerpo tiembla, pero al final lo logra, alcanza su arma de bolsillo y le apunta.

En otro movimiento brusco el chico que le tiene acorralado lo besa habrientamente desde el principio, dejando su mente en blanco. Jadea por la sorpresa, pero poco a poco cierra los ojos, confundido, sintiendo odio, amor, adrenalina, todo mezclado en su cabeza.





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