Capítulo único

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YoonGi suspiró derrotado, cansado de esperar estando de pie a un lado de la puerta, donde se suponía que su mejor amigo, aquél niñato hormonado con dos años menos que él, debía de estar para recibirlo; dejó que su pálido y delgado cuerpo con poco y nada de actividad física en el se desplomara en el suelo como si se tratara de algún saco de patatas, logrando que su trasero doliera mínimamente. 

Miró a su al rededor, las paredes del pasillo eran de un blanco tan limpio que comenzaban a ponerlo ansioso, sus pies algo mojados por la reciente lluvia en el exterior ensuciaban el brillante piso de cerámica marrón y, aunque él no fuera ni de cerca algún fanático de la limpieza, sí que le daba pena romper con todo ese escenario tan pulcramente radiante, intuyó que no hubo mucho tiempo desde la última vez que hicieron alguna limpieza general dado que todo estaba de más aseado para tratarse de un simple pasillo de departamento. Todas las demás puertas a su alrededor, vecinos de Jimin, tenían el mismo color beige en sus maderas, y su correspondiente número de habitación en medio de estas.

Sus cabellos en tonalidades rubias y plata se removieron en el aire al apoyar bruscamente la cabeza contra la pared, ignorando el escozor que su propia acción produjo, rodó los ojos. Estaba lo suficientemente aburrido como para comenzar a indagar en cada recoveco de aquél pasillo e interesarse en detalles sin importancia, como aquel hueco de pintura rasgado a un lado del ascensor, que supuso comenzó como una pequeña manchita que nunca hasta el momento arreglaron, y no arreglarían hasta recibir quejas, o el vidrio agretiado en la ventana que seguramente nadie había notado. 

Bufó, su mal humor creciendo a cada minuto, recriminándose a si mismo el llegar tan puntual aún conociendo a su mejor amigo y sabiendo de antemano que este al contrario no era nada exacto cuando fijaba horarios, "Tengo práctica a las seis así que ven a mi casa a eso de las siete", miró su reloj de muñeca, las manijas marcaban las ocho en punto.

— Agh, jodido seas Park Jimin —rezongó al aire a la vez que se tocaba la frente con la palma de su mano, estaba caliente, supuso que por culpa del clima frío que tuvo que soportar para llegar a destino, y su poco abrigo en el cuerpo, no se sorprendería si esa misma noche su temperatura elevara a tal grado de tener fiebre o una fastidiosa gripe.

Miró una vez más a su al rededor, la ventana a los costados, aquella que daba hacia la calle de la ciudad y que le brindaba algo de luz al lugar, comenzó a llenarse de gruesas gotas cayendo por el vidrio y perdiéndose en el alfeizar cuando la fina llovizna que lo acompaño todo el camino hasta la casa de Jimin se convirtió en un torrencial que hacia al techo chillar.

Sonrió, al menos tenía la satisfacción de saber que su mejor amigo llegaría totalmente empapado de pies a cabeza, maldiciendo el no haber pasado su examen de conducir, era indirectamente una dulce venganza.

Se paró del suelo y caminó hasta la ventana, aún con su mochila llena que colgaba de su espalda, el paraguas en una de sus manos y la bolsa con su pastel de cumpleaños en la otra, se quejó internamente, seguramente la crema y el biscochuelo se habían arruinado debido a la humedad y la falta de un frigorífico. Su frente chocó con la transparencia del vidrio, enviando de repente una oleada de frío a su caliente piel; observó a las personas en las veredas, corriendo para evitar mojarse incluso si ya se encontraban totalmente bañados, y otros con un poco menos de prisa escondiéndose bajo los techos de los locales, el cielo brillaba de gris en todo su esplendor, los relámpagos que sonaban tan de repente lograban asustarlo solo al principio y todo el panorama que tenía frente suyo se veía como sacado de alguna película de terror.

YoonGi suspiró y el vidrio se lleno de vaho, cerró los ojos y dejó que el sonido de la lluvia lo relajara por completo; le gustaban los días lluviosos, tal vez no tanto si debía salir a la calle, pero si algo que el peliblanco disfrutaba más que componer y rapear sus propias canciones era pararse junto a una ventana en un día lluvioso, apoyar la cabeza en este y escuchar la melodía que producían las gotas de agua al caer en el suelo, tal vez acomodado en aquella mini cama que tenía en su casa, con muchas frazadas encima o leyendo algún libro de ciencia ficción y fantasía.

Espectral •Yoonseok•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora