Va hacia el bolso, de grandes dimensiones, con impaciencia y más deprisa que una liebre, para coger ese paquete que contiene unos cilindros alargados a los cuales la gente suele llamar cigarrillos, yo los llamo los cilindros de la muerte. Las ansias por meterse ese cigarrillo en la boca y absorber sus malignos componentes son increíbles. Y esta acción la repite día tras día, semana tras semana, año tras año, y así hasta el día que se muera o que le identifiquen una enfermedad, que es entonces cuando quizás y solo quizás dejaría de fumar. Esto, amigos, seria una descripción breve de un fumador o mejor dicho la descripción de mi madre.
¿Pero que se le va a hacer si la nicotina impide que dejemos de ser amigos inseparables del tabaco?
Parece que a los fumadores les importa poco ser tan adictos al tabaco, el tabaco les controla. Hoy en día en un país donde se haya desarrollado la democracia, no se permitiría una dictadura más, o eso quiero pensar. Sin embargo los fumadores, permiten que el tabaco dominen sus vidas y lo peor de todo es que también las destruye, igual que las dictaduras destruyen a los que creen en la democracia. La mayoría de los fumadores son unos hipócritas, por no decir todos. Dicen a sus hijos que no fumen, y mientras lo están diciendo ¡tienen el cigarrillo en la boca!¿En que cabeza cabe esto? En la mía por lo menos no. Vale que igual a la gente le gusta fumar, algo que todavía no me acabo de creer, por muy convencidos que me lo digan, pero eso no les da derecho a echar el humo en la cara de un no fumador o que el no fumador tenga que estar respirando ese humo. Se han dado casos donde una persona ha muerto por cáncer de pulmón y nunca había fumado ¿como es posible? La respuesta es muy fácil, inhalando el humo del tabaco de los que estaban alrededor. Estoy harto de tener que aguantar ese humo maloliente que hace que me tenga que aguantar la respiración. A mi, mi madre me ha pedido que no apostate porque hiere sus sentimientos, que lo deje para más adelante. Y yo la he respetado, no he apostatado. Me he privado de algo que tenia muchas ganas de hacer, pero es mi madre y si le duele que haga eso, deberé aguantarme las ganas.
El problema llega cuando yo le pido que deje de fumar, se niega a dejarlo. No ha probado ningún método de los que existen y te ayudan a dejarlo. Esta bien que no quiera dejarlo, pero que al menos no fume mientras yo este delante, necesito que ella comprenda esto al igual que yo comprendí que hería sus sentimientos. Además en ocasiones alguna habitación de mi casa parece una discoteca, llena de humo. No se pueden imaginar lo que es entrar en una habitación así, si te mantuvieses en dicha habitación unos segundos empezarías a toser como si tuvieses una de esas toses incurables. No entiendo por que lo tengo que aguantar. Si mi madre cogiese un paquete de tabaco y rompiese todos los cigarrillos que hay dentro y me promete que no volverá a fumar, con eso me bastaría. Igual si que fuma a escondidas, pero al menos ya no fumara delante de mi y eso es un gran paso tanto para ella como para mi salud. Si ella no lo intenta ni lo más mínimo yo no cumpliré lo que me pidió y apostatare por mucho que la duela. Pero seguramente este escrito no produzca ni el más mínimo arrepentimiento ni culpabilidad. Seguramente cuando usted, si fuma, acabe de leer esto, cogerá su preciado paquete y volverá con ese amigo infiel que nunca le separara. Hasta que la muerte os separe.