Dos

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¡Abajo todos! - grita uno. Las pocas personas que se encontraban a esa hora de la mañana se tendieron en el suelo, sin reclamar. Una mujer grita, el mismo tipo coloca la pistola sobre la cabeza de esta.  — O dejas de gritar, o te vuelo la cabeza. – le amenaza.

Dame el dinero. – hablaba otro de ellos con la cajera. — ¡Que me des el pu*to dinero! - grita. La cajera parece asustada, no me extraña. Después, esta tira todo el dinero a un lado del suelo. El tipo se empezó a mover, hasta llegar al puesto donde se encontraba Kate.

Ayúdame.. – me susurra ella.

Ayúdame tú. – le digo yo. De un momento a otro, ella no entiende absolutamente nada. Está confundida y lo hace notar. Vuelvo a mirarla y lee mi mirada, sabe perfectamente lo que voy a decirle. Itzan me entrega un bonito revólver, Kate me mira mientras está al borde del llanto. – Lo siento mucho, en serio. – me coloco una máscara también, como los demás, ahora solo ella sabe quién soy.

Le apunto a la cabeza, mientras Itzan se encarga de desvalijar cada cajon de la oficina. Pero aún queda la más grande y la que más dinero contiene.

Dime la clave. – le digo aún estando tranquilo.

Yo no la sé.. te lo juro.. – dice con dificultad. No miente, su voz está temblorosa y sus ojos a punto de llorar. Me quejo por dentro. ¡Ella debería saber las combinaciones! ¡Nada tendría que estar fallando! La empujo tirándola al suelo sin temor alguno.

¿Quién sabe las combinaciones? – le pregunto en un tono medio alto. Ella se asusta aún más, niega con la cabeza mientras sus lágrimas empiezan a correr por sus rojas mejillas. — ¡Dímelo! – grito una vez más.

Yo..

Una voz a mis espaldas hace que me de la vuelta sobre mis talones, sin dejar de apuntar a la chica. Es una mujer, tirada en el suelo con sus manos perfectamente atadas bajo su cabeza. Levanta la mirada, pero no puede llegar a verme. Yo a ella sí. Es diferente, me fijo en sus ojos, los que no mostraban miedo ni temor. No la había visto antes de que esto empezara, ¿dónde estaba? ¿es nueva? Era preciosa.

Levántate. – le ordeno, pero ayudándola, las manos atadas le impedían hacer lo que le pedía. Cojo su brazo bruscamente y ella se levanta con alguna que otra dificultad. La he tocado. Hago que se acerque a mi a propósito, empujándola con fuerza. Ella sigue sin poder verme, la máscara negra me protege. Ella trata de buscar mi mirada, la encuentra y no la aparta de ella. La giro con mi brazo y pongo este sobre su cuello. El aire que desprende se encuentra envuelto en un aroma de frutas del bosque, buena elección con el champú. — Ayúdame con esto y no te pasará absolutamente nada. – logro decirle. Ella cierra los ojos con fuerza, sus manos están temblando y me doy cuenta de que todos mis socios, los tipos enmascarados, me están mirando. Todo depende de mí y las combinaciones de las claves que ella sabe.

Caminamos juntos, ella pegada a mí. Ningun inconveniente hasta llegar a la caja fuerte. Itzan le grita a las personas que están histéricas, llorando. Obviamente esto no les ocurre cada día. Los otros se dedican a calcular el tiempo que tenemos. Entonces.. la chica se pone a llorar.

No puedo.. – susurra, baja la mirada y deja que sus lágrimas caigan. Está nerviosa.

Hazlo, tu puedes. Haz sencilla esta tarea, siendo sincero, no quiero hacerte daño, pienso. Agarro su mano derecha y junto a la mia las unidos durante un rato. Pude sentir su calor. La coloco en la caja fuerte. Está temblando pero aún así, logra poner la clave y desbloquear el pestillo. Itzan y Mike entran de inmediato, cogen lo que pueden y salen.

Hay una puerta trasera, justo como lo estudié. Mike la abre, y todos salen a una velocidad máxima. Yo suelto la mano de ella, le dejo ir, a pesar de que está llorando. La tumbo sobre el suelo, la miro una vez más pero ella a penas puede ver algo de mí.

Después de ese día, las cosas cambiaron para siempre.

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