การฉีกขาด

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Pasaron años para que el joven se diese cuenta de su destino. De que el honor era lo más importante de todo; el honor no se podía perder por un hecho tan desgraciado como el que le había afectado. Debiendo defender a su padre de la clase alta tailandesa, se obstinó a permanecer escondido bajo la pequeña cama de un dormitorio dónde se escondían; todo por la cobardía que invadía el interior de sus huesos no dejando a su cerebro mandar alguna de sus extremidades. La niñez no era motivo alguno para no defender al único ser cercano que le estaba quedando con vida y eso era lo que se reclamaba íntimamente todos los días.

Luego, cuando creció, agradeció demasiado el hecho de poder ver la cara de tal hombre que hizo derramar sangre frente a sus propios ojos años atrás. Los tailandeses peligrando su monarquía y que el hombre coreano hubiese sido enviado a asesinar al general de ejército era razón suficiente para acabar con la vida del matón extranjero. TaeYong entendía ese punto a la perfección: su padre era un asesino en serie, de los mejores, y claro que su pequeño hijo estaba al tanto de aquello. Y aunque su padre era de "los malos", era su padre; el ser que, a pesar de no importarle quitar vidas a otros seres vivos, la de su hijo era la más importante y la única vida que deseaba retener intacta. Porque el pequeño niño de ojos oscuros tenía el gran corazón que el mayor había perdido apenas escuchó el primer grito desgarrador de sufrimiento pidiendo piedad. Su padre deseaba darle otra vida al menor; si cumplía ese pequeño mandato de asesinar al mandamás, recibiría su paga y su primera inversión sería enviar a su hijo a estudiar a China para la magnífica vida dada como premio que le prometieron sus superiores.

Pero TaeYong estaba creando un plan todo lo contrario a lo que su padre deseaba antes de morir.

Desde el momento que vio el cuerpo de su padre ensangrentado sobre el piso alfombrado, junto con una espada clavada en la sien, algo cambió en él. Tardó años en crear un plan, en decidirse a jurar venganza a aquél tailandés de placa que un día le arrebató absolutamente todo sin siquiera dejarlo despedirse antes. Porque la muerte de su padre no debía ser así; él debía morir con honor, como cualquier persona normal que solo cumplía órdenes de un superior a cambio de una paga. Con el honor que TaeYong creía haber perdido ese momento en el que no se atrevió a mover un pelo —haciéndole, por primera vez, caso a su padre que le rogó que no saliese de su escondite—.

TaeYong se convirtió en la persona que era su padre; se convirtió en el asesino encapuchado que nadie podía reconocer y atrapar, aquél que nadie sabía si era hombre o mujer, si joven o viejo; pero que todo el mundo conocía por ser uno de los mayores ladrones que no dejaba a ningún testigo en vida.

Robaba para mantenerse con vida, y sólo con un objetivo asesinaba: se preparaba y practicaba para, cuando encontrara al hombre tailandés, tener la capacidad de hacerlo sentir todo el sufrimiento que cargó durante todos esos años de la más histórica manera posible. Esos años dónde sufría hasta hambre cuándo aún no lograba valerse por sí mismo.

Y la oportunidad estaba frente a sus ojos. El hombre estaba a metros de él, y TaeYong, haciéndose pasar por traductor, consiguió reconocerlo en una de las reuniones importantes que tenían las naciones asiáticas. Desde que supo que Tailandia enviaría al exgeneral, ahora segundo monarca, en representación para la decisión de alianzas que se realizaría en Corea no pensó dos veces en infiltrarse como un hombre realmente culto que ayudaría traduciendo los cuatro idiomas ahí presentes; haber viajado asesinando de país en país, más aprendiendo idiomas y costumbres, le favorecía en estos momentos.

— Leechaiyapornkul aporta que la mejor opción es conversarlo en privado con usted. Lo invita a su hospedaje —tradujo TaeYong las palabras dichas por el tailandés, quién se dirigía al coreano presente.

Y esto también le favorecía al plan de TaeYong, ya que sería pedido para traducir en la casa de la víctima.

Antes de todo, la investigación había sido esencial. El representante tailandés, con más arrugas por el pasar de los años, tenía familia; una hermosa mujer de buen apellido y dos hijos, uno mayor y una menor.

Lacerating [TaeTen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora