1

51 1 2
                                    

- Siiiiiiiii! -gritaba. Mientras se movía y me miraba sonriendome coquetísimamente mientras la penetraba despacio, pero durísimo. Era mi primera vez.

¿Supe desde ese momento que mi vida giraría en torno al sexo? No lo sé, no lo creo. Pero si me enteré que podía vivir tranquilamente a partir de ese momento sólo buscando placer de esa manera tan sencilla y a la vez tan compleja. Pero antes de empezar a analizarme a mí mismo quiero empezar con la historia de la 1 verdadera, esa flaca que se aprovechó del momento y me llevo con engaños directo a esa improvisada cama de pasto en el medio de aquella chacra que aún recuerdo tan bien...

Empecemos...

Era una tarde tranquila, me alistaba para salir a jugar fútbol con unos amigos del colegio. Habíamos quedado a las 3:30 y ya se me hacía tarde. En ese momento sonó mi celular, cosa muy común, pero cuando vi que quien me llamaba era un compañero del salón con el que no solíamos jugar fútbol, me extrañé ¿Que querría? Pensé en no contestar, pero lo hice.

- ¿Que hay Jonathan?
- Habla Garic, ¿que estás haciendo?
- Saliendo a pelotear, ¿por qué que pasó?
- Oe no, ya no vayas, estoy afuera de tu casa con mi prima y su amiga la del siglo la conoces, una blanconcita media gata de ojos verdes, dice que te conoce y que salgas. Ellas tienen un trago acá y vamos a ir a mi chacra a chuparlo, que dices ¿vamos?

Debo admitir que no lo pensé mucho. Conocía a la blanconcita de ojos verdes muy bien. Sabía cómo se llamaba y donde vivía, sabía cómo miraba y lo rico que olía su perfume. Ella era mi enamorada.

Bueno algo así. Para entonces el estar con alguien era cosa de besitos, cartas de amor y búsquedas de momentos en soledad para poder besarnos y tocarnos temerariamente. Sólo teníamos 13 años.

No tardé mucho en sacar un par de soles y salir de casa. Los encontré a los tres en un parque por la esquina de mi casa. Jonathan traía ropa de futbol igual que yo. Y las dos chicas estaban sentadas en una banca. Era una tarde bonita, hacía sol y no era tanta la calor.

Me di cuenta al acercarme que a la prima de Jonathan no la conocía. Era la primera vez que la veía. Flaca, trigueña, de ojos negros y mirada coqueta. Me sonrío cuando la salude al final.

En efecto ellas traían en una bolsa blanca una botella con cognac y un pequeño vaso descartable. No hablamos mucho. Ni bien llegué Jonathan paró un taxi. Éste nos llevó varias calles hacía el este por una amplia avenida conocida, guiado por las indicaciones de mi amigo. Y desvió por un camino de tierra hasta llegar a una zona de puras chacras de fruta y algunas haciendas. Me extrañé.

-Aquí bajamos -dijo él cuando llegamos hasta cierto punto. Frente a una deteriorada puerta de metal.

- ¿Tienes algo? -me preguntó al pagar el taxi.

- No, nada -respondí. Quería guardar ese par de soles para mi propio pasaje de bajada en cualquier caso.

Era una calle algo vacía, se notaba que no había casas sino puros terrenos agrícolas. Jonathan abrió la puerta de metal, y entramos a una parcela rodeada de árboles y arbustos, con un pequeño camino de piedras hacía el interior del terreno. No parecía haber nadie por ningún lado. Un pequeño cuarto de adobe construido a pocos metros era lo único que adornaba el paisaje. Todo lo demás eran árboles. Pasto y algunos buenos arbustos.

- Entremos -dijo él.

En el cuarto de adobe no había rastro de comodidad, sólo había un colchón en el suelo, una mesa de madera y dos sillas viejas. Jonathan trajo dos cajas de madera y nos sentamos los cuatro en torno a la mesa.

Empezamos a tomar. Mientras Jonathan me contaba que su prima había llegado recién de viaje y que quería salir a tomar algo y conocer a alguien. Ella y mi flaca ya se conocían y por eso decidieron salir, luego me llamaron. Y allí estábamos.

Entre mi enamorada y yo no hubo mucho contacto. Éramos demasiado tímidos ante la presencia de otras personas. Casi no parecíamos enamorados. En cambio la prima de Jonathan, bebía y reía alegremente y hablaba con todos de manera suelta y extrovertida. En un momento dado Jonathan y yo salimos a orinar.

- Oye, la gata es tu flaca creo no? -me preguntó mientras regábamos un par de árboles.

- Ah, si -le dije.

- Si la quieres cachar me avisas y me llevo a mi prima.

- Ya -le respondí distraído. Sabía que eso no pasaría.

- Porque ella nos ha dicho a mi prima y a mí que hoy día quiere tener su primera vez contigo.

- ¿En serio? -le dije- no creo ah.

- Si en serio. -Me aseguró. Y me quedé pensativo mientras regresábamos al cuarto.



Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 12, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

NUMEROS SEXUALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora