Un año y medio después

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Cheeto se encontraba paseando por El Retiro junto con su pareja, Mariela.
Ellos llevaban un año saliendo, y todos decían que jamás lo habían visto más feliz.
Paseaban tomados de la mano, riendo abrazandose y besándose.
Eran la pareja protagonista de su propia historia de amor.
Mariela tenía el cabello color café, que como decía cheeto, le combinaban a la perfección con sus ojos; y adornados con una bella sonrisa blanca como la nieve. Esbelta y de su misma estatura, formaban miradas únicas.

El sol se va poniendo, para pronto desaparecer, y lo pinta todo de naranja, pero él ve una cara familiar.
Esa cara familiar, estaba sentada sobre el césped, leyendo un libro. Tan compenetrada en él, que parecía estar viviendo lo que sea que estuviera leyendo. Aprovechando, al parecer, hasta el último segundo de luz natural.
Era una escena casi romántica, vista por quien así no la veía, pero por quien la apreciaba mucho, por alguien que sabía que bello sería para alguien que si así le pareciera ella.
Vestida con jeans azules, botas negras, remera blanca y campera gris.
Simple y bella, como siempre, ni necesitaba exagerar para que se viera lo hermosa que era.

C *la mira con asombro y de acerca lentamente, sin soltar de sus manos a Mariela* -_____? Eres tu de verdad?-

___: *levanta la vista con cara de desconcierto y al notar lo que sucede esboza una gran sonrisa* -CHEETOO!-

C: *La abraza al notar que ella se levanta a abrazarlo, dejando su libro en el suelo* -Pero qué cojones haces aquí?- la aparta de él, tomandola de los brazos y mirándola sorprendido, pero sin soltarla

___: -Bueno apenas terminé la Universidad tuve la oportunidad de un trabajo acá en Madrid y la aproveché sin pestañear - *le dijo sonriente y simpática; pero observando a Mariela -Es tu novia? Que linda- le dijo y la saludó

C: Oh, si lo siento. *las presenta* -Es que verte aquí me a desconsertado. Hay que decirle a Rubiuh!!-

Cheeto estaba tan emocionado y a la vez desconcertado por saber que ella estaba viviendo allí que no se percató de que ella nunca se había comunicado con ellos para contarles. Ni siquiera a Rubius, quien era más que obvio, que no tenía ni idea.

En ese momento a ___ le suena su móvil y lo contesta en un microsegundo. -salvada por la campana- pensó ella.
Su jefe, Raúl, quien parecía tener una emergencia en el hospital donde trabajaba la necesitaba lo antes posible.
Le explicó a Cheeto, su urgencia y se despidió con una frase al aire.

-Después nos hablamos-

¿Qué habría pasado que los evitaba tanto?

Él no se contuvo, y al primero que mensajeo fue a Rubén.

-Tío, necesito verte. No me creerás a quien me he cruzado-

Esa noche todo el Squad de juntó en casa de Mangel.
Alex, Rubius, Maximus, cheeto y el mismo Mangel.
Y luego de varias coñas y algunas, Cheeto escupe la noticia entre medio de las risas.
Todos se sorprendieron, alegremente; excepto Rubius, quien quedó petrificado y sin decir una palabra.

Rubén había vuelto con Irina hacia ya tres meses, luego de la separación que había llevado a cabo a causa de los sentimientos que hacía que se volviera loco por ___.

El corazón comenzó a latirle tan rápido y fuerte, que parecía que iba a salir de su cuerpo, corriendo a buscarla.
Él no podía creerlo y menos entenderlo. Después de todo lo que le había costado olvidarla, después de esas tantas noches de desvelo pensando en su sonrisa, su perfume floral. Era como un tsunami del pasado amenazando su estabilidad mental.
Tan cerca, ella se encontraba tan cerca. Después de desearla tanto, en silencio, estaba tan cerca de él. Pero tan lejos a la vez.

Esa noche decidió seguir como si nada hubiera pasado. Y soportó a Cheeto contar como lucía, de que trabajaba, en donde y hasta como olía.

-Ese mismo perfume, estoy seguro de que es ese mismo perfume, ese mismo maldito perfume- *pensó*

Volvió a su casa, esa noche, e hizo algo que no hacía hace mucho tiempo. Buscarla en Internet.
Pero para su sorpresa, no encontró nada, Instagram, Facebook, Twitter; no había absolutamente nada de ella por ninguna parte.
Muy extraño, pero de igual manera, tendría que conformarse con una foto que tenía de ella la última vez que se vieron.
La tenía guardada, muy escondida de Irina, en uno de sus cajones. Hacia mucho no la veía.
Y entonces, recordó... recordó esa sonrisa y esos ojos que lo habían enamorado. Tan inocente, tierna y ruda a la vez.
Y sonrió, espontáneamente.

Creo que me enamoré de una Argentina-II-Rubius y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora