El comienzo

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El amor no es más que una simple dependencia que nos vuelva estupidos y ciegos. El ser humano es un pozo que viene al mundo vacio y a lo largo de su vida se va llenando de diferentes sentimientos; odio, resentimiento, vanidad, envidia y amor. Este ultimo puede llegar a ser el mas peligroso de todos, nos proporsiona una felicidad efimera que a medida del tiempo se va volviendo mas pequeña y no nos deja nada mas que recuerdos felices y tardes tristes donde nos sentamos a recordar lo que fue y ya no volvera a ser. El amor es como la religion, algo intangible, un desahogo del alma, una liberacion de las presiones diarias. Buscamos amor en todos lados y lo reflejamos un cualquier cosa animada o inanimada, buscamos y buscamos sin descanso. Cuando se acaba inevitablemente nos sentimos mal y con la necesidad de buscarlo en otro lado. Asi pasamos la vida buscando fuentes de amor y siendo fuente de amor.

La primera vez que traté de buscar una fuente de amor fue en mi madre, donde a una corta edad me di cuenta que no tendrian mas que propórsionarme que alimento y un techo, porque ya a su edad y estando de solteria no tenia ni fuerzas ni amor que transmitirme. Yo que nunca habia tenido un padre y mucho menos una familia solida y estable no podia saber que era una fuente de amor familiar, mi madre nunca hablaba de mi padre y cuando trataba de saber su nombre o donde se encontraba me decia que no se acordaba de el y que yo tampoco debería de hacerlo, dijo que si alguien preguntaba le dijera que habia muerto en la guerra y asi me ahorraria explicaciones que no tenia y que a nadie llegarian a interesarles.

Mi madre era una mujer humilde que el sueldo que ganaba apenas le alcanzaba para pagar el piso y lo poco que podíamos llegar a comer, ella trabaja más de la cuenta en multiples cosas, una de ellas era una de esas tiendas textiles donde las mujeres de la alta socidad iban a comprar telas para sus vestidos o sus elegantes sombreros. tambien se dedicaba en las noches a las traducciones de obras o de documentos. Salia todos los dias al amanecer y regresaba muy adelantada la noche dejandome solo en la casa bajo la vigilancia de las vecinas que nunca me prestaban mas atención de la necesaria. nuestra vecina de abajo era una señora un poco mas joven que mi mama y era la que mas atención me ponía, ella tenía una hija tres años mayor llamada Sarah; Sarah era una muchacha pequeña, no muy bonita, pelo castaño, ojos marrones, con la nariz un poco grade para ser sincero, pero era muy buena persona y que según decían las malas lenguas de los vecinos Sarah había sido el resultado de un amorío entre su madre y el patrón para el cual ella trabajaba en aquel entoces. Aunque a ella no le gusta comentar el tema, nunca decía nada, incluso cuando le preguntabas ella evitaba el tema de cualquier manera posible, pero yo la entiendo si de mí se dijeran cosas así yo también preferirá evitar ese tema. La madre de Sarah era una mujer sin trabajo no tenia como pagar nada pero no tenía ni una deuda pendiente, supongo que es por eso vecinas dicen que ella es una mantenida por el padre de la hija, las viejas chismosas decían que de esta manera el señor, del que no se sabe ni el nombre, compraba su silencio y así podía mantener en alto su apellido y su reputación familiar.

Cuando mi madre salía a trabajar yo solía pasar horas en la penunbra de mi cuarto observando el techo con la poca claridad que entraba por la ventana, algunas veces me ponía a contar las líneas que formaba la madera del techo o incluso leía los periódicos viejos una y otra vez, siempre las mismas noticias, siempre la misma historia era como vivir el mismo viejo día una y otra vez sin escape pero tampoco podía hacer más que estar ahí pues a mi madre no le gustaba que yo estuviera fuera de casa sin ella, y como nunca podía salir con ella y ella nunca estaba no podía salir de la casa así que todo mi mundo eran esas cuatro paredes de mi cuarto que constaba con una cama individual cubiertas por unas sabanas viejas y percudidas que poseian unos tejidos que en sus tiempos de gloria se deben haber sido sumamente hermosos pero que ahora estaban deshilachados y se veían del mismo color que la tela, amarillentos sin ningún tipo de encanto. Las paredes eran de un verde muerto y el piso era completamente de madera gastada por el uso y a la que se le veían ciertos huecos hechos por el tiempo y alguno que otro que se veían hechos a la fuerza. El piso tampoco era gran cosa, era básicamente lo mismo que mi cuarto. En la sala había dos muebles, una pequeña televisión en la que con suerte se vean el canal local donde informaban de todos los acontecimientos en el país y la cocina que no era de más de dos pasos de largo. Yo no iba al colegio nunca así que lo que se hasta ahora lo he aprendido solo y con ayuda de algunas personas, como Sarah que me enseño a leer cuando era pequeño o su madre que me enseñó a cocinar algunas cosas para poder comer cuando mi madre no estaba.

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⏰ Last updated: Mar 12, 2017 ⏰

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La sombra del recuerdoWhere stories live. Discover now