Fueron alrededor de 24 horas en las que Yuuri Katsuki estuvo separado de su entrenador, Víctor Nikiforov, cuando éste tuvo que viajar a Japón por una emergencia relacionada con su adorada mascota, dejándo al japonés solo compitiendo en la copa Roste...
"Stammivicino Non te neandare Hopaura di perderti"
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Suspiró, y un poco del calor de su aliento tocó el cristal, dibujando una clara marca de vaho sobre el vidrio.
Víctor se dispuso a limpiarla con la manga de su abrigo, mientras pensaba en lo frustrante que resultaba llevar demasiados meses viviendo fuera de su amada Rusia como para que, a tan sólo pocos días de su llegada, tuviera que abandonarla de nuevo.
En un impulso de impaciencia cerró la cortina de la ventana, cortando así la vista de lo que serían los últimos retazos de su tierra natal, los cuales de todos modos resultaban casi imposibles de visualizar debido a la oscuridad del exterior.
El ruso se recargó en el asiento del avión, removiéndose un poco para encontrar aquel confort que parecía andar desaparecido. Un confort que su mente y cuerpo buscaban con desesperación, sin realmente hallarle en ningún lado.
Ahogado en una aflicción muda, muy bien escondida detrás de esa falsa expresión de indiferencia, el ruso volvió la vista hacia su costado.
Miró el asiento vacío junto a él, aquella ausencia que no hacía más que recordarle a la única persona con la que le hubiera gustado compartir ese momento de inquietud por el que estaba pasando, para apaciguar al menos un poco algunos de sus crecientes nervios.
La imagen de unos ojos cafés, encerrados detrás de los marcos de unas gafas azules, le asaltan la mente ya casi por inercia, y Víctor suspiró con profundidad, como si el recordar la mirada de Yuuri de repente le vaciara todo el aire del pecho.
Sin embargo, en esta ocasión la calidez no es la primera sensación que llega a Víctor cuando piensa en los ojos de Yuuri Katsuki, sino más bien la preocupación y ansiedad, mismas que Yuuri tenía dibujadas en el rostro cuando esa misma noche, después de colgar una llamada entrante en su celular, sorprendió a Víctor diciendo:
—Tienes que volver a Japón ya mismo.
Ambos aún se encontraban en la pista donde recién se había dado el programa corto de la Copa Rostelecom, y no tenía mucho de que el último patinador hubiera hecho su rutina. Víctor pensaba sugerir a Yuuri que fueran a cenar para enseñarle un poco de Moscú antes de volver al hotel, pero ni siquiera pudo mencionar una sola palabra antes de que el nipón pronunciara dicha frase .
Al principio, el ruso se encontraba confuso, ¿volver cuando aún no había acabado la copa?¿Estando justo a mitad de una competencia importante?
Yuuri se podía notar ansioso, repitiendo estas palabras al ver la respuesta inexistente de su contrario. Víctor sabía que algo no estaba bien, lograba sentir el ligero temblor en las manos de Yuuri que sujetaban con fuerza su cuerpo.
