A esto no se juega

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Mamá: Portense bien, no queremos encontrar esto hecho un desastre cuando volvamos.

Mi madre se subió a el coche con mi padre, ya que querían pasar unas semanas fuera de casa para unas vacaciones, dejándome a mi con mi hermanastro Alex, un chico que ellos quisieron adoptar.

Según mi madre a mis veinte años me había convertido en una chica muy guapa, que se parecía a ella cuando era joven. Yo soy Belén, tengo el pelo moreno y largo, con el flequillo corto cayendo sobre la frente. Un cuerpo bueno, con unos pechos grandes pero bien colocados, unas piernas largas y un culo ancho de las horas de gym.

Entramos en la casa y Alex se sentó en el sofá y se puso sus cascos. Siempre vivía pegado a ese iPad, aislado del mundo,y era difícil tener una conversación con él. Alex tenía 21 años, tenía el pelo rubio muy corto y un cuerpo espléndido ya que hace deporte. Siempre había sido el ojito derecho de mis padres, llevaba unas notas perfectas y hacia todo en casa, aunque los fines de semana volvía muy tarde. Tiene el piercing en la lengua y en la ceja, pero se veía un buen chico. Lo que sí me sacaba de quicio era la música que escuchaba y su extraña forma de vestir, siempre vestía con ropa ancha y con unos pantalones caídos que hacía que se viera gran parte de sus calzoncillos. La música era la más rara del mundo: nombres extraños, y cantantes de esos que cantan gritando y dan a la batería como si le fuera la vida en ello.

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