¿Y si...?

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- ¿Estás loca? Ni siquiera sabes quién es y vas y te le ofreces en charola de plata. – Me dijo caminando hacia mí, era obvio que estaba molesto, el por qué era un misterio en el cual prefería no ahondar a riesgo de ilusionarme, para luego darme de bruces contra la realidad. Cameron era posesivo con todo aquello que le importara o beneficiara, yo entraba en la segunda categoría, claro.

- Ofrecí un helado, no mi cuerpo. Calla y siéntate. – Le ordené. En algún momento él me había dicho que después de su madre yo era la segunda persona a la que tenía cierta tendencia por hacer caso, véase bien las palabras: cierta tendencia. La cual solía reducirse a cero tendencia. Vi su renuencia. - ¿Quieres que te cure o no? – Se sentó de mala gana con los brazos cruzados. Ver sus músculos torneados pese a que ni siquiera llegaba a los 18 años siempre hacía que se me secara la boca, esta vez no pasó. John me había mejorado el día y me había dado en qué pensar.

- ¿En serio vas a salir con él? –

Me acerqué a su cara y lo inspeccioné.

- Estás hecho un desastre. – Tomé lo necesario y empecé a limpiarlo de verdad.

- Te hice una pregunta. – Insistió. Yo simplemente me concentré en la tarea.

- Mínimo serán unos tres puntos. ¿Te has vuelto peor peleando?

- ¡Respóndeme maldita sea Charly! – E hizo amago de pararse. Claro, con su estatura fácilmente podía intimidar a quien quisiera. Se lo impedí poniéndole una mano en el hombre y devolviéndole al asiento.

- Si sigues moviéndote y hablando voy a dejarte una cicatriz que no veas... a ninguna chica le gustará. Y sí, iré por ese helado.

- No vas por el helado, vas por él. – Vi cómo se iba incrementando su enojo.

- No veo como eso puede afectarte. Voy a inyectar la zona así que cállate. – Lo vi apretar los labios, sabía que no era por el dolor. Empecé a coser poco después. – John siempre ha sido amable y lindo conmigo. – Dije simplemente para quitarle hierro al asunto, no pretendía seguir en esta rara relación con Cameron pero no quería que quedáramos como enemigos.

- Lindo y amable, las dos palabras que todo hombre quiere que le adjudiquen. – Dijo Cameron con sarcasmo.

- Voy a tomar un helado no a casarme con él. – Vi como Cameron se tensó y paré de coser. - ¿Te he hecho daño? – Pregunté buscando su rostro.

- No.

- Estás sacando las cosas de quicio solo porque ya no estaré aquí para coser tus desastres y temes por como lo haga Laura ¿no?

- Laura no podría hacer nada de esto aunque de ello dependiera su vida. – Siseó.

- Estoy de acuerdo. – Dije sonriente.

- ¡Y aun así me dejas con ella!

- Puede coserte el Doc, nunca me ha hecho preguntas de nada cuando ha visto que te he cosido.

- Porque lo tienes en la palma de tu mano.

- Porque es discreto, por eso. – Seguí cosiendo. Era lenta, lo sé. Pero lo que menos quería era arruinarle el apuesto rostro. No sería para mí, pero tampoco iba arruinarlo para nadie más, por mucho que me doliera no tenerlo.

- He visto las miraditas que te lanza. Te ve el trasero descaradamente cuanto tú no te das cuenta. – Soltó de golpe con rencor.

- ¡Claro que no! – Y lo pinché si querer.

Una cosita de nada...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora