p a s t è q u e

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─ ¿Aló? Jimin, necesito una sandía.

Jimin tenía un ojo abierto y el otro cerrado cuando contestó. La llamada de su hermana lo había despertado.

Había llegado exhausto de la universidad, no dormía hace dos noches y apenas se recostó en su cama se quedó dormido. Odiaba la semana de presentación de trabajos.

Su hermana tenía seis meses de embarazo, Jimin amaba la idea de tener a su primer sobrino, lo que no le agradaba tanto era consentir sus antojos. El esposo de su hermana estaba de viaje por trabajo y toda la responsabilidad de consentirla había recaído sobre él.

Con dificultad se sentó al borde de la cama y frotó sus ojos intentando abrirlos del todo.

─ En media hora estoy en tu casa. Ya salgo al supermercado.

─¿Qué? ¿Pretendes darle a tu sobrino frutas alteradas genéticamente? Él necesita fruta fresca, de las que venden en los puestos.

─ ¿Sabes qué hora es?

─ ¿Casi las diez? Debe haber algún lugar abierto, hazlo por tu sobrino Jimin, dice que te ama mucho.

Jimin rodó los ojos y suspiró. Hace unos días había salido a buscar mantequilla de maní en la madrugada, la noche anterior le había pedido tres litros de helado sabor chicle y no podía olvidar el día que le pidió una pizza hawaiana sin piña.

Se lavó la cara para terminar de despertarse, tomó su billetera, sus llaves y salió en búsqueda de un puesto de frutas abierto.

🍓


Era su tercera semana apoyando en el puesto de su tío.

No era tan aburrido como imaginó y amaba el olor de la fruta fresca. Además, ya se había hecho amigo de las señoras que llegaban a diario por sus compras.

Se suponía que debía haber cerrado el lugar a las siete, como le indicó su tío, pero se le había ocurrido la mejor idea de todas.

Ordenar todas las frutas del lugar por colores.

Por la tarde habían llegado cajones repletos de fruta y cuando estaba empezando a acomodarla notó que no había un orden, por eso los nuevos compradores demoraban buscando lo que venían a comprar. Si todo estaba separado por colores, sería mucho más fácil.

Cuando terminó, observó el resultado y parecía un bonito arcoiris. Se sentía orgulloso de su trabajo. Barrió un poco el lugar y terminó de guardar los cajones vacíos, miró el reloj por primera vez en la noche.

Se espantó al ver que eran casi las diez y media, pero no se preocupó, la noche había sido productiva.

Se acercó a la puerta con intención de cerrarla cuando una voz lo alarmó.

─¡Espera, espera!─un muchacho se acercaba corriendo por la acera.

Taehyung se quedó estático esperando que el extraño jovencito hablara.

─Nece...necesito una...─no podía hablar por lo agitado que estaba.

─Tranquilo, respira, no cerraré aún.─sonrió.

Luego de un par de minutos el muchacho habló, ahora sí con tranquilidad.

─ Necesito una sandía. Por favor dime que tienes sandías.

Taehyung volvió a sonreír ampliamente y abrió la puerta en su totalidad. Con los brazos señaló los exhibidores de frutas con orgullo.

─ ¡Ta da! tengo todas las frutas que puedes imaginar y sí, hay sandías, allá en la sección verde.

sandía; vminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora