Éxodo

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Yixing miró el reloj que colgaba en su pared, eran las dos de la mañana y se había preguntado al menos unas quince veces por qué había aceptado esa estúpida fiesta, aunque ni siquiera podía escuchar sus pensamientos gracias a la música elevadísima.

Sucedía que al cumplir veinte años y con un departamento propio uno de sus amigos había visto la oportunidad perfecta de hacer una reunión no tan calmada como se lo había planteado en un principio. Hace meses que Baekhyun no asistía a una fiesta y eso lo ponía tremendamente ansioso, ya que por naturaleza necesitaba liberar energías, bailar un poco y tal vez tirarse a un par de chicos. Yixing en lo personal detestaba esa porción de la personalidad ajena, sin embargo no lograba hacerlo cambiar o simplemente callarlo cuando contara sus experiencias aptas para un público mayor de catorce años.

A falta de eventos a los que fuese invitado, el cumpleaños número veinte del chino era la mejor excusa para tirar la casa por la ventana, tal vez literalmente, pues el menor no dejaba de ver el alcohol entrar por su puerta y la gente desenfrenada por el licor en su sangre. Los cuerpos exageradamente pegados al bailar y los besos que la gente se daba no eran acciones nada recatadas o siquiera respetuosas, le daba vergüenza ajena incluso cuando no conocía a casi nadie.

—¡Mis libros no son portavasos, imbécil! —gritó intentando correr entre la multitud de gente.

Oh, detestaba a Baekhyun, lo odiaba y se aseguraría de hacerlo limpiar su supuesto regalo de cumpleaños y luego de eso podría dejarle de hablar unas semanas, solo así podrían estar a mano.

Estaba a punto de arrancarle los cabellos teñidos a una chica cuando una mano lo detuvo, manteniéndolo un metro atrás.

—Disculpa, amiga, estas encuadernaciones no están hechas para que coloques tu cerveza encima, ¿de acuerdo? Muchas gracias.

Su gesto se relajó al notar de quién se trataba; Junmyeon.

—Gracias, estaba a punto de matarla —suspiró aliviado.

—Lo sé, no quería que cometieras un crimen —sonrió— ¿No quieres salir de aquí?

Sin embargo la música ya había vuelto a sonar y la pregunta del coreano ni siquiera fue escuchada por el contrario. Intentó hacer señas en vano con las manos pero si con falta de canciones a todo volumen el pelinegro era medio sordo con la música agregada era mucho peor.
Tomó la mano ajena, abriéndose paso hasta llegar a la puerta principal, por la cual lograron escapar.

Bajaron hasta las afueras del condominio, incluso ahí se oía el eco de la fiesta.

—Se notaba que no estabas cómodo ahí dentro, yo tampoco lo estaba —se encogió de hombros sentándose en la acera—. Creí que podríamos hacernos compañía durante un rato.

—A mí me parece bien —sonrió sentándose a su lado.

Chanyeol había arrastrado al castaño a esa fiesta a la que lo habían invitado, sobretodo porque Baekhyun estaría allí y podría acostarse con él fácilmente. Le molestaba enormemente las cosas estúpidas que hacía para tener sexo, sin embargo era su amigo y debía respetar su manera de ser, al menos si no lo incluía en sus planes, regla que había violado al llamar a su puerta y sacarlo de su rutina que incluía ver reiteradamente las nueve temporadas de How I Met Your Mother.

—Lamento si traje solo cerveza, fue lo único que encontré cuando fui a la cocina —le entregó una lata de la sustancia ya mencionada.

—No importa, al menos podemos tomar algo —chocó el envase de aluminio con el que sostenía Junmyeon.

Conversaron sobre muchas cosas; lo odiosos que eran sus amistades, lo odiosos que eran los fiesteros y lo odiosos que eran sus amistades fiesteras. Luego de quejarse un rato dejaron la conversación fluir de manera relajada, tomando pequeños tragos de alcohol cada que lo requerían para seguir hablando.

SalidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora