한.

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Aunque no era una canción que se asemejara a las que él conocía para hacer ejercicio, Oasis sonaba detrás de sus audífonos. Jimin sonreía, transpirado y con la presión debajo de 10, pero sonreía, porque se sentía bien. 

Pensó en que se estaba forzando, que su cuerpo no daría para tanto. Que llegaría el día en que no tendría una botella de agua cerca para poder hidratarse y recuperar lo que perdió corriendo en la caminadora. Pero sin embargo, seguía sintiéndose bien. El hormigueo en sus piernas y los pequeños mechones de pelo pegados en su frente, eran los únicos que le hacían compañía durante sus horas semanales en el gimnasio, pero no significaba que necesitara otra cosa. Él se encontraba bien.

Había terminado de hacer el circuito que su entrenador personal le había encargado. Se encontraba descansando en una colchoneta, sentado con las piernas estiradas, pero no tanto como para elongar el músculo, pues tenía que seguir ahí dentro y todavía no podía enfriarse. Luego de unos minutos, se paró para ir a la parte de relajación, donde podías utilizar unos cinturones que se adherían a cualquier parte del cuerpo que quisieras, emitían vibraciones que lograban que la parte del cuerpo elegida, se tonifique. Jimin se acomodó sobre su espalda, acostándose en una base similar en la que se había sentado anteriormente. Sonrió al sentir la primer vibración.

Ese día, eligió sus muslos, puesto que pensaba que éstos necesitaban más firmeza. Aunque digamos que tampoco quedaría conforme. Su problema era ese, no conformarse con lo que tenía. No podía imaginar que su cuerpo era lindo o que él en general lo era. Se le hacía algo muy difícil de creer. 

Con la cabeza recostada en la especie de almohada que quiso hacer con la sudadera que traía, exponiendo sus fuertes brazos detrás de su nuca, suspiró tranquilo. Inhalaba y exhalaba apaciguadamente, enviando su mente hacia momentos que a veces no le hacía bien recordar. Quiso acordarse de donde venía tal obsesión con su físico, cuando había empeorado o cuando había sido calma. Simplemente no tenía respuesta de la razón de porqué comenzó a despreciarse, pero si sus ojos ardieron cuando pensó un tiempo que si era un lindo chico. 

El aire que inspiraba empezó a volverse denso, así que simplemente desplazó todas las memorias que se hicieron presentes y descansó sus párpados. Su aleatorio no estaba haciendo el mejor trabajo en ese momento, si bien quería tranquilizarse, Jake Bugg lo ponía triste más que nada. Sintió sus labios resecos, por lo que extendió la mano para tomar la tercer botella de agua que vaciaba, pero la terminó tumbando y se incorporó rápidamente, temiendo la reacción de la persona que estaba a su lado, quien no había notado hasta ese momento y tenía ya su pantalón deportivo, mojado.

-¡Lo siento! Soy muy torpe, lo lamento. -se disculpó, con los ojos abiertos, sin creerlo lo tonto que podía ser a veces. Su vista se fijó en el sujeto, quien poseía un pelo rubio, casi platinado, dividido al medio. Sus ojos eran negros, muy profundos, pensó Jimin. Era un chico muy bello, parecía interesante y misterioso. Algo se erizó en él, pero no le dio importancia.

-Oh, no hay problema alguno, tranquilo. -expresó el joven, con una voz ronca pero suave, combinación rara. Sonrió de costado y examinó a Jimin, de arriba hacia abajo, lo que puso incómodo al castaño. Se movió en su lugar y se limitó a devolverle la mirada al otro chico, quien lo seguía mirando fijamente.

-Disculpa, ¿nos conocemos? -habló en voz alta, puesto que todavía estaba debatiendo mentalmente si conocía o no a aquel rubio, que aceptaba, le parecía conocido de alguna parte, pero no lograba acordarse de donde. El contrario levantó una ceja, de modo gracioso, quiso pensar, aunque parecía más una burla.

-¿Realmente no te acuerdas de mi? 

-Uh, lo siento, pero no. -y no mentía.

-Min Yoongi, ¿te suena? -de repente la botella que Jimin sostenía en su mano, volvió a caer, pero a diferencia de antes, ahora cerrada y al suelo. Boquiabierto y con los ojos casi fuera de órbita, no podía siquiera maquinar una frase coherente y madura para sus 19 años. Y simplemente tampoco podía creer que él haya aparecido así de la nada. Al gimnasio que recurría todos los días, la mayoría de la mañana/tarde. Se puso a pensar que tal vez estuvo siempre ahí y nunca lo noto, porque si, Yoongi había cambiado mucho pero seguía manteniendo la misma actitud sigilosa. 

Su cabello la última vez que lo había visto era de un pelirrojo desgastado, y era más pequeño, parecía un niño en un cuerpo de un chico de 20 años en ese momento. Ahora era todo muy diferente. 

Tintura distinta, cuerpo ligeramente crecido en ancho y desprendía un aire de adultez, con sus 22 años. Era todo tan desigual, ahí Jimin comprendió como había pasado el tiempo. Pero su corazón seguía doliendo, de la misma manera que hace 2 años atrás.

-¿Yoongi? No puedo creerlo, ha pasado mucho. -confesó sincero. Y no podía hacerlo. Quiso volver el tiempo atrás, aún sabiendo que no podría. Quería borrar cualquier arrepentimiento o acto estúpido que cometió e hizo que todo se vaya a la mierda.

-La verdad es que si, has cambiado. -le regaló una mirada y una sonrisa, las dos con una vibra triste. Jimin apretó los labios y miró hacia abajo, puesto que sabía a lo que se refería su ex novio. -¿Qué te parece si vamos a tomar un café? Creo que tuviste mucho por hoy aquí dentro y recién son las 6 de la tarde, ¿qué dices?

El menor se lo replanteó, no sabía que contestar. Si bien estaba empezando dejar el pasado de lado y avanzar como la mayoría de personas le indicaron, una parte de él -y de su corazón aunque lo niegue- le gritaba, imploraba y suplicaba que acepte aquel café, aquella charla y esos ojos que agradeció haber vuelto a ver.

-Si, claro, ¿por qué no? -sonrió dubitativo, pero seguro en el interior.  

gym meeting « yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora