MIA ROMERO.
Después de la pregunta de Raquel, ella se fue a dormir. Debería de estar haciendo lo mismo, pero no es así, sigo pensando en eso; ha pasado tanto tiempo desde que la vi, sigo pensando en todo eso que me ocultó pensando que me protegía y fue todo lo contrario.
Al siguiente día recibo un mensaje de Raquel con una dirección de una cafetería, citándome a desayunar y así conocer a... ¿Cómo se llamaba su pretendiente? ¿Josue? ¿Juan? Sí, creo que se llamaba Josue, en fin; Mis planes de seguir durmiendo se echaron a perder.
20 minutos después.
Al entrar a la cafetería noto lo preciosa que es y su aspecto retro, muy los 80's, definitivamente, no quiero salir de acá. Veo a Raquel con un chico sentados al fondo de la cafetería, a lo que me acerco y saludo.
— Buenos días, Raquel y amigo de Raquel. ¿Para qué me citabas? ¿Te das cuenta de la hora? — Esta rueda los ojos y la cara del chico es... Confusa.
— Mia... No vayas a empezar, por favor, siéntate. — Río.— Bueno James, ella es Mia, mi mejor amiga de la que te he hablado; Mia, él es James, mi amigo.
— ¿Tu "Amigo"? — Pregunto haciendo comillas con mis dedos, porque vamos, no es su amigo.
— Sí, Mía, es mi amigo. — Dice y me mira de manera amenazadora.
Lo noto algo nervioso, so, hora de interrogatorio.
— Y dime James, ¿Cuáles son tus propósitos con Raquel? ¿Trabajas? ¿Cuántos hijos quieres tener? ¿Dónde naciste? ¿Ya Raquel te dijo su secreto? — Raquel me hace señas de que pare.
—James, no tienes que responder, no le hagas caso a Mia, está loca. — Loca estoy, todos los saben.
— Ehm... Mis propósitos son cuidarla y hacerla feliz. Y sí, si trabajo. ¿Hijos? No estamos listos para tener hijos aún; Nací en Italia. — Responde James muy seguro de sí mismo.
— Tranquilo, James. Te apruebo para estar con mi mejor amiga. — Sonrío. — Ok, tengo hambre, necesito desayunar.
20 minutos más tarde
— Ehm... Gracias por traerme. Tommy, no? — Su cara se me hace familiar pero ni idea de donde.
— De nada, y si, puedes decirme así si quieres. —Dijo y se da media vuelta para irse.
Ustedes se preguntará, "¿Quien es Tommy? Bueno, resulta que mientras comíamos llegó el hermano de James y Raquel le dijo que me trajera a mi casa, qué considerada mi amiga.
Al entrar al departamento me dirijo al cuarto para cambiarme. De repente escucho un ruido en la cocina y me alarmo, así que agarro una chancla por si acaso, uno no sabe que puede pasar. Al bajar las escaleras veo al individuo que hace 10 min me dejó acá, casual.— ¿Qué haces acá? Pensé que te habías ido.— Digo alarmada al verlo, a lo que nada más obtengo un encogimiento de hombros de su parte. — ¿Cómo entraste? — ¿Cómo coño entró si yo le cerré?
— No le pasaste el seguro, fue fácil entrar.— Lindas piernas por cierto.— Dice serio mientras se toma nuestro preciado jugo.
—Ehm... Bueno, creo que te tienes que ir porque... Voy a comprar algunas cosas.
—No te preocupes, puedo acompañarte a hacer lo que sea que vayas a hacer.— Dice tranquilo.
THOMAS RIZZO.
¿Por qué siento que he visto esa mira antes?
— No te preocupes, tal vez tengas cosas que hacer.— Dice incómoda evadiendo mi propuesta.
— Tranquila, no tengo nada que hacer, te acompaño.
— Está bien. Me voy a cambiar, ya vuelvo.— Dice dirigiéndose a su habitación.
MIA ROMERO.
Es como si lo conociera de algún lado. Agarré mi bolso y salí de la habitación, y ahí lo vi, tirado en el sofá.
— Ya estoy lista.— Digo obteniendo su atención.
— Estás linda.— Lo sé.
—Gracias. Bueno, vamos que Raquel debe venir y no estoy para quedarme. — Le digo apresurada.
Llegamos al super y fui a el área de frutas , después fui al área de dulces, al área de carne y por ultimo a la de vegetales y no, no me gustan los vegetales, son para Raquel , a ella si le gustan, lo demás si me gusta.
— Ya terminé, podemos irnos... ¿Dónde se metió éste ahora? — Digo y al darme vuelta lo veo.
—Estaba buscando algo para mi y después fui al baño.— Dice de manera despreocupada.
— Ah... Está bien.
De repente se hace un silencio de esos que son incómodos, tengo que hacer algo para romperlo.
Dile que ya compraste todo y que ya se pueden ir de una buena vez.
—Ya terminé de comprar lo que necesitaba... ¿Nos podemos ir?— Gracias sub-consciente.
De nada, primor.
—Sí, ya nos podemos ir, pero hay un problema. —Diosito, ¿No me quieres verdad?
— ¿Cuál problema?— Que ese problema no sea nada del otro mundo, por favor.
—Es que tengo que ir a hacer algo, me tendrías que acompañar y después te llevo a tu casa. — Trágame tierra y escúpeme en mi casa, porfa.
— Está bien, te acompaño.
Bai, hasta la próxima.