Yo soy la amante, aquella que tiene prohibidas las llamadas a ciertas horas y ciertos días, la que no escribe mensajes a menos que se los pidan.
Soy la amante, porque jamás me duele la cabeza al momento en que comienzas a acariciarme.
Soy la amante, no por los regalos o las atenciones, sino más bien porque conmigo encuentras el cariño que una vez tuviste en casa y lo dejaste perder.
Soy la amante, esa que no sólo está lista y dispuesta a cogerte, sino que también está lista para atenderte cómo a un niño mal criado.
Soy esa amante, a la que muchas esposas le gritarán que aprenda a conseguirse alguien solo para mí, a la que humillarán, a la que le dirán que no tiene suficiente autoestima, la que se conforma con migajas y muchas cosas más.
Soy esa amante, que rompe de vez en cuando las reglas y se llega a enamorar de un "jamás". La que se conforma con unas horas nada más.
Y permitanme decirles que esta amante también sufre, incluso más que la cónyuge, y sufre porque entrega todo de sí, es incondicional, sufre porque cuando estoy entre sus brazos me acurruco y deseo que no termine ese momento, pero después de un rato él se va y yo regreso a mi soledad.
Así que, señoras, sus insultos no me duelen, a mí lo que me duele es saber que me enamoré de un imposible, si, me enamoré y estuve dispuesta a jugar algo cruel, porque se que al final de ese juego, yo perderé y me quedaré sola.
Disculpe usted, pero soy esa amante que de vez en cuando llora...
Aunque soy la amante que esta libre para volar, para seguir y añorar un amor propio que quizá jamás llegará.
Sí, soy la amante....