Moon of my life

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Recuerdo la primera ves que lo mire. Parecía un chico tan tonto y necio, pero a la vez, era alguien divertido. Sokka fue el primero en hablar, rompiendo el silencio. Me gustaba reír de sus bromas o verlo sonrojarse incómodo, pero yo sabía que no podía entregarle mi corazón; era una joya que le pertenecía a otro.

La guerra llego pronto a nosotros, interrumpiendo un amor tan breve como las últimas nieves de invierno. Sabía que mi momento había llegado, tal vez siempre lo supe, pero aún así fue difícil no detenerme cuando Sokka clamaba mi nombre, con la desesperación de un niño pequeño.

Pudimos compartir un primer y ultimo beso, bajo el manto oscuro de una noche sin luna, antes de que mi vida se extinguiera en la calidez de sus brazos.

Existió un momento en blanco después, en que el que contemple el horror de olvidarlo todo

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Existió un momento en blanco después, en que el que contemple el horror de olvidarlo todo. Estaba muriendo, lo sabía, pero no estaba lista para dejar ir a Sokka.

Sabía que había hecho lo correcto, pero no dejaba de tener miedo. Entonces llegó la voz dulce a mi alrededor, que me lleno de paz.

—Salvaste mi vida, como una vez yo salve la tuya—escuche. La voz me guiaba en la oscuridad, me cubría como un manto—. Ya no serás más la princesa Yue de la Tribu del Norte, ahora tú eres yo y yo soy tu; el espíritu de la luna que comanda los mares.

—¿Podré recordar?—fue mi pregunta, llena de miedo.

—Podrás...

Y entonces renací. Me sentía ligera, intangible y poderosa. Podía sentirlo todo en cada músculo de mi cuerpo. La fuerza con la que el océano tiraba de mi y yo tiraba de él. Podía sentir el espíritu de la luna dentro de mi y a cada maestro agua en el mundo.

Podía recordar a un hermoso chico de ojos azules como el cielo claro y cuánto lo había amado.

Sokka dejo poco tiempo después el que había sido mi hogar. Tenía el corazón roto y podía sentirlo, pero lo negaba. Seguía bromeando, como siempre ocultando lo que en realidad sentía.

Cada noche él venía a mi, pidiendo perdón hasta que las lágrimas corrían por su rostro moreno. Tan poderosa y tan impotente, no podía ir con él y sentir la suavidad de sus labios sobre los míos.

—Te escucho—le susurraba a la brisa nocturna, hasta que se perdía. Él no podía escucharme—. Estoy aquí contigo y te sigo amando.

El tiempo pasó y lo vi madurar. La guerra lo estaba trasformando en un chico serio y responsable. Me sentía orgullosa de él. Sin embargo, Sokka seguía culpándose de mi muerte.

Su corazón seguía roto, pero pronto conoció a alguien que lo ayudó a sanar. Suki era una chica muy fuerte y valiente, dispuesta a ayudar a Sokka. Incluso cuando ella no lo demostraba, sabía que ella amaba a nuestro Chico del Bumerán.

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