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Ocho de la noche, y aún no podía terminar de empacar. Se sentía cansado, solo quería tomar una taza de café y poder terminar la planificación de las clases que debía realizar durante la semana, aunque le queda todo el fin de semana para hacerlo.

Adam había pasado todo un año buscando un departamento bonito y sencillo que le quede cerca del instituto, donde es Profesor. Así que durante un aviso en internet logró encontrar el departamento, lo único que no le gusta es lo alto que es el edificio. Antes se demoraba casi 45 minutos en llegar al instituto y ahora con los cálculos que había sacado solo tardaría unos 5 minutos. Pero bueno, no se queja, el departamento es bastante amplio, las paredes pintadas de colores neutros, se sentía satisfecho, aunque es solo temporal. Con su novia, en dos meses más cumplirán tres años de relación y está pensando seriamente en proponerle matrimonio.

Decide tomar un descanso y prepararse un café. Se dirige hacia la cocina, toma una de sus tantas tazas que le había regalado su madre últimamente en cada navidad, prepara su café bien endulzado, apoyándose sobre el mueble e bebiendo pequeños sorbos en la oscuridad, la ventana de la cocina le brinda luz de la luna, reflejándose en el suelo. No se había percatado que a través de esa ventana se logra ver el otro departamento, lo menos que quiere es verles las caras a sus vecinos mientras esté cocinando.

Suspira; mira su reloj, son pasadas las doce de la noche, satisfecho con el orden, se estira en el sofá, apagando la lámpara, sintiéndose demasiado cansado para ir hasta su habitación. Cierra sus ojos, estresado por la mudanza, pero si no hubiera sido por su amigo Sam, que lo ayudó a traer las cajas y muebles, hubiera tardado más, se suponía que Danae, su novia, lo iba ayudar pero por asunto de trabajo no pudo venir, y no la verá hasta el lunes por la tarde, aunque eso no es problema, gusta de sus tiempos en soledad, así podrá tener tiempo para terminar la planificación de las clases, un nuevo año escolar, bastante estresante el primer mes. La música lo saca de sus pensamientos, se levanta, frunciendo el ceño. A estas horas de la noche ¿Quién escucha música, y sobre todo en un volumen tan fuerte? El departamento de al lado. Mira por la ventana de la cocina, correcto, es aquel departamento, muchas personas se encuentran en la cocina bebiendo, en un lado unos hombres fumando, en otras mujeres hablando. Adam frunce más el ceño, al notar que en una esquina dos hombres están frotando sus cuerpos con ansia, más bien con descaro, un hombre de cabello un tanto largo, siendo más grande que el otro, lo toma por los muslos al otro chico de cabello gris, le rodea la cintura con sus piernas, lo posiciona en el mueble de la cocina, manoseándole el trasero a este, se comían la boca, sin pudor. No sabe cuánto tiempo habrá pasado que no se dio cuenta cuando ambos hombres están ahí solos en la cocina. El de cabello largo le susurra en el oído a este, logrando que sonriera, ¿qué cosas le dirá? pensó Adam, no podía tolerar seguir mirando aquella escena, ¿Dónde se había ido a vivir? Se preguntó, sin darse cuenta esta apoyado sobre el lavavajillas, tragando saliva, sintiendo un calor corporal instalándose en su piel. Comienzan a quitarse las camisetas, el de cabello largo comienza a inclinarse, besando completamente el torso, abdomen, sin dejar de mirar al chico, se nota que lo disfruta, por la forma que muerde su labio, soltando gemidos, sujetándose de la pared, comienza a desabrocharle el pantalón, Adam al darse cuenta de lo que iba hacer, se sobresalta dándose un golpe en la cabeza con el mueble de arriba del lavavajillas, cosa que hizo que toda la loza proveniente de ahí cayera al suelo, rompiéndose en mil pedazos. Aquello llamó la atención de los hombres, abre sus ojos en par al notar que ambos están mirando hacia su departamento, hubo un momento donde deja de respirar y su corazón palpitando frenéticamente, miedo a ser atrapado. Por instinto se esconde.

"Mierda, ¿Qué fue eso" Preguntó molesto, el de cabello largo, su voz es ronca. Se acerca a la ventana, mirando alrededor.

"No sé, debió haber sido un gato." Dice el otro sin ninguna importancia, baja del mueble, acercándose a esté. "Deja ya, solo fue un gato." Le besa el cuello.

TÓCAME A LA PUERTA.|GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora