Tenía miedo, pero no quería verse intimidado ante él, su vecino. No estaba en la mejor posición, tenía ambas manos arriba de su cabeza, atadas con una corbata, que había dejado antes tirada en su cama.
"Quiero que me digas quien te mando." Habló firme, le sujetó la mandíbula con brusquedad.
Recordó lo que dijo el chico que estaba junto a él la otra noche, que ellos no lo iban a encontrar, menos en este lugar. La verdad, había pensado bastante sobre eso, acaso se había ido a vivir al lado de un ¿asesino? Y que por eso tenía miedo a ser encontrado, no debería estar pensando en aquello, y mucho menos ahora.
"No me hagas repetirlo dos veces." Le apretó la mandíbula. Para Adam fue inevitable soltar un gemido por el dolor, podía verle su rostro, a causa de la luz de la luna, que se colaba por la ventana. Sus ojos eran tan oscuros, más oscuros que la propia habitación, llevaba un gorro de lana negro, su cabello largo salía del gorro por los lados, podía sentir su pelo cayendo en su rostro. El hombre se encontraba encima de su cuerpo, invadiendo su espacio personal.
"No sé de qué me hablas." Respondió con dificultad a causa de que este le sujetaba con tanta fuerza la mandíbula, lo más probable que eso le iba a dejar hematomas. Sintiendo sus manos adormiladas.
"¿Que mierdas hacías espiándome?" Adam al instante se queda callado, siendo obvio, poniéndose nervioso. "Así que me estabas espiando"
"!No!" Niega. Este le tira sus manos, logrando que Adam chillara. "No es lo que parece." Habló rápido, nervioso. ¿Acaso no podía decir algo coherente? Era obvio que se dio cuenta, en el ascensor.
"Puedes decirme de una puta vez, te juro que estoy tratando de ser paciente." Dice hartado por su actitud, y está vez Adam sintiéndose intimidado por el tono de su voz.
Comenzó a sonar su móvil, saca el móvil de su chaqueta.
"¿Si?" Contesta, este aún le sujetaba la mandíbula. "Joder, ¿Por qué ahora?" Habla molesto. "Estoy bastante ocupado ahora." Le mira, con una sonrisa maliciosa. "Está bien." Y cuelga, su rostro serio después de la llamada.
"Te salvaste por esta vez, estaré vigilándote."
Y se largó.Ahí estaba Adam, con las manos atadas.
Se las arregló como pudo para liberarse del agarre.
Dios ¿Dónde se había venido a vivir?
[...]
Que buena corrida había sido esa.
Bebe agua de su botella, con la respiración agitada. El sol apenas comenzaba asomarse entre los edificios. Volviendo de hacer sus ejercicios matutinos en el parque, esa era su rutina, todas las mañanas salía a ejercitarse, bañarse y un buen desayuno, luego al trabajo.
"Buenos días, James." Saluda al recepcionista levantando la mano, caminando hacia el ascensor. Un señor, de edad mayor, agradable.
"Buenos días, joven Adam." Dice, levantando la mirada sonriendo, mientras atendía una llamada.
Llega a su departamento, quitándose la ropa deportiva, toda sudada. Metiéndose a la ducha, el agua recorriendo su cuerpo, limpiando cada sudor, el cristal empañándose. Su mente, llena de dudas, solo ha dormido tres horas, la gran parte de la noche se la pasó pensando sobre lo ocurrido.
"Te salvaste por esta vez, estaré vigilándote."
Tiene miedo, no puede negarlo.
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TÓCAME A LA PUERTA.|Gay
RomanceTrabaja en lo que le apasiona, y tiene a Danae, su novia. Cree estar seguro de que quiere pasar el resto de sus años junto a ella. ¿Que más puede pedir? Si, que más puede pedir Adam, el hombre que cree estar haciendo lo correcto. Donde su vida a...