el aviador;

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JongIn no encontró a SeHun en el desierto después de que el motor de su avión se rompiera y terminará aterrizando en medio del desierto del Sahara. Tampoco SeHun se le apareció de la nada y le pidió que le dibujará un cordero, uno chiquito para llevarlo a la pequeña estrella en la que habitaba.

Encontró a SeHun mientras paseaba a sus perros en el parque. Se había encontrado con un muchacho alto y de rasgos occidentales que sostenía entre sus manos, el hilo de una cometa que se encontraba navegando contra la brisa. Colores brillantes deslumbraban en el pequeño pedazo de cielo que el chico ocupaba para alzar su cometa.

JongIn se quedó un rato mirando, preguntándose como un chico como él podía interesarle tanto una cometa; suponía que tenían la misma edad. Y a su edad, las cometas ya habían pasado de moda desde que tenía alrededor de 7 años.

Pero el chico frente a él parecía apreciarlas con la misma adoración que un niño de 7 años. Sus ojos mirando atentos a cada movimiento que la brisa generara en las alas de la cometa, la cola alzándose de arriba hacia abajo mientras el chico caminaba, tratando de llevarla a pasear.

Sus pies retrocedían, caminando de espaldas y alejando a la gente que se encontraba detrás de él. Muchos lo miraban con curiosidad, algunos cuantos de los niños habían empezado a seguirlo, o simplemente se quedaban mirando como la cometa ondeaba sus colores en el cielo gris.

Un brinca pie arruino la atmosfera en menos de un segundo. Al parecer el chico no midió sus pasos y termino tropezando con un pequeño desnivel de suelo que se encontraba a pocos metros detrás de él. Los niños trataron de alcanzar la cometa, todos corriendo detrás del hilo que se iba alejando y elevando cada vez más a medida que corrían. JongIn miro al chico levantarse de su lugar, no se molestó en limpiar la suciedad que se había quedado en su traje y empezó a correr para alcanzar la cometa.

JongIn no se quedó atrás. Con un pequeño gesto hacia su hermana, soltó la correa de los perros y empezó a correr, camino hacía la cometa. Salto sobre bancas, corrió alrededor de la gente y empujo a algunos de los niños que habían mantenido el paso para alcanzar la cometa.

Justo en esos momentos, JongIn maldecía que estuviera haciendo tanto viento, porque a pesar de que sus piernas fueran más largas, y su fuerza la permitirá alcanzar la cometa mucho más rápido que los niños, está parecía querer escapar de todos.

Siguió con su camino, varios de los niños rindiéndose y dejando que el la persiguiera, o simplemente siendo tomados por sus padres para dejar de correr detrás de la cometa de un desconocido.

Encontró su descanso cuando el hilo de la cometa quedo atorado entre las ramas de un árbol. Sus piernas los dirigieron en frente del árbol y sus manos tomaron apoyo, antes de que sus pies lo impulsaran hacia arriba. Se sujetó de la rama más cercana después de comprobar que fuera fuerte y resistente, y así siguió escalando.

Sujetándose del tronco del árbol, su cuerpo se estiro hasta tomar el hilo, desenredándolos de entre las ramas del árbol, antes de dejarlo libre, y mover entre ellas para soltar la cometa. Palmearon su pierna, el chico de antes mirándolo desde el suelo mientras estiraba su mano para que JongIn le tendiera el hilo de la cometa.

—Dámela, para que bajes con cuidado. —fue la primera vez que escucho su voz.

JongIn se inclinó, su brazo tendiéndole el hilo de la cometa al chico, que la tomo con fuerza entre sus manos, y empezó a enredarlo, dando varias vueltas a su muñeca, antes de retroceder al momento justo en el que JongIn brincaba para bajarse del árbol.

—Soy SeHun. —estiro su mano, JongIn se palmeo los costados y detrás, limpiando posibles ramas o suciedad que hubiera adquirido al subir al árbol, antes de pasar su mano por su chamarra y tenderle la mano a SeHun.

Una rosa para un principitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora