Y en otoño...

Conocí a un chico que me rompió el corazón. Te conocí.

Otoño. Cuando el viento sopla con más fuerza, anunciando la pronta llegada del invierno. Cuando las hojas de tonos ocres caen de los árboles. Cuando el olor a tierra mojada impregna la nariz. Cuando el frío comienza a apoderarse de mi cuerpo. Cuando tu recuerdo vuelve a mi memoria.

No puedo olvidarte.

Cuando te conocí, sostenías en tus manos aquella vieja guitarra. Tu cabello se agitaba con el viento y tu nariz parecía un tomate, roja, a causa del frío. De tus labios salía un canto alegre, aunque a mi parecer estaba cargado de melancolía, como tu mirada. Aquellos ojos grises que tanto amaba.

En realidad, no quiero olvidarte.

Disfrutaba tanto poder estar a tu lado, las horas me parecían escasos segundos.

No puedo olvidar las noches en las que dormía en tus brazos, mientras disfrutaba el agradable sonido de tu voz tarareando una canción.

Extraño tanto aquellas noches, en las que tú estabas a mi lado y me llenabas de caricias y de cálidos besos. Con tus bromas absurdas, seguidas de una sonora carcajada, mientras tus ojos parecían desaparecer de tu rostro.

Y al amanecer, también te extraño. Extraño tanto tu cabello alborotado, aquella voz ronca que me estremecía y me hacía terminar de despertar. Y por supuesto aquella cálida sonrisa que alegraba mi día.

Y cuando no te veía una sensación de vacío llenaba mi cuerpo. Pero al tomar tus manos esa soledad no existía más. Era feliz.

Decidí aferrarme a ti. Creyendo que estaríamos juntos para siempre.

Pero de alguna manera, siempre lo supe... no estarías siempre a mi lado.

Pero de alguna manera, siempre lo ignore.

Y cuando las hojas empiezan a cambiar su color, vuelvo a tomar entre mis manos aquella guitarra que tanto amabas. Vuelvo a pensarte.

Y en otoño, deseando volver a encontrarte. Anhelando escuchar nuevamente tu voz, me doy cuenta... no he sido capaz de amar, como te llegue a amar a ti.

Y en otoño me doy cuenta, te extraño a mí lado.