Prólogo.

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-No puedo más con esta asignatura, ni con sus trabajos, ni con su profesora...- Dijo Amara, mi mejor amiga desde hace quince años, y subiendo- ¿Sabes cuántos años me pueden caer por asesinato aquí en Londres? Porque te juro por mi madre que no me hace falta ni un cuchillo.

Amara Peck había sido mi alma gemela desde los tres años, y ahora estábamos separadas por la universidad, aunque eso de alma gemela es un poco relativo ahora que lo pienso. Ella siempre había sido esta típica rubia despampanante que siempre aparece en las películas americanas, esa a la que el viento no le despeina el pelo, el agua no hace que se le corra el maquillaje, y que baila como los ángeles; la única diferencia de Amara con esas chicas es que ella tiene un corazón que no le cabe en el pecho, y que además es un cerebro andante.

Toda esa inteligencia le había permitido irse a Londres a estudiar bioquímica prácticamente gratis, y aunque esa separación había causado lloros y numerosos ataques de histeria (más por su parte que por la mía) no podía estar más feliz por ella.

-No seas exagerada Ams, ¿Qué nota me dijiste que habías sacado en el anterior examen?-Respondí riéndome- Además, no se de qué te quejas, no bajas del nueve, y yo tengo suerte con llegar al seis.

Porque si, al lado de toda rubia, alta e inteligente, tiene que haber una morena, bajita y no tan lista. Y esa soy yo, Alexandra Lodge, Alex para los amigos, sólo para los amigos.

Yo nunca había destacado en nada, ni tenía ningún talento especial, más que comer y dormir durante horas sin aburrirme, y la gente no lo considera un talento como tal (aunque yo sí, y estoy orgullosa de mí misma). A diferencia de Ams, yo me había quedado en Texas estudiando periodismo, porque si había algo que sí que se me daba bien (después de comer y dormir) era investigar, y descubrir secretos ajenos sin querer. Amara me había acompañado en muchas de mis aventuras de investigación, pero no podría decir que todas salieron bien, ya que una rubia alta y una morena bajita daban bastante el cante, y más si una chillaba mucho y otra era capaz de comerse un bocadillo de un metro.

El hecho de compararme siempre con Amara no quiere decir que yo no me valore como mujer, tengo el pelo negro, rizado y largo, cosa que acentúa aún más mi parecido con un pitufo, pero no me preocupa, y mis curvas nunca me han molestado- pero tampoco le diría que no a un par de tallas más de sujetador-.

-Un nueve y medio, pero es...¿Qué? ¿Qué dices? ¡¿Qué no hay agua caliente pedazo de tonto?!- Gritó Amara a una voz lejana de la línea- Tengo que irme, hay emergencias con mis compañeros de residencia. Por cierto, la llamada es a cobro revertido, te quiero.

Y me colgó. Y me colgó haciéndome saber que probablemente iba a tener que pagar por lo menos cincuenta dólares de factura telefónica. Cincuenta dólares que me iban a causar lágrimas de sangre gracias a mi querida progenitora.

Esa señora que se hace llamar madre me iba a descuartizar lentamente, y yo cada vez tenía menos ganas de salir de mi habitación, así que decidí irme a dormir y levantarme como si nada hubiera pasado, pero de repente el teléfono volvió a sonar, sacándome de mis pensamientos.

-Amara como me vuel...

-Tienes que huir.- Dijo una voz tranquila y masculina al otro lado de la línea.

-¿Qué?

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Espero que os guste el comienzo de la que será mi primera historia seria en wattpad.

Se que la portada es bastante cutre, pero hasta que no avancen los capítulos no quiero hacer una más lograda (también es que tampoco se hacerla jejeje)

Besis.

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