Destino

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Era ilógico lo que observaba de aquel joven paseador. Era extremadamente pequeño para la cantidad de animales que controlaba, en cada mano sujetaba unas cinco correas, cada una de un animal de diferente porte, pero de esos diez perros, siete eran monumentales, de tal manera que si los pusieran en dos patas le sacaban por lo menos una cabeza a su paseador, sin contar que estaban terriblemente bien alimentados. Esos perros eran colosales.

Pero eso no era lo mas asombroso, lo extraordinario era que aquel chico controlaba a la manada sin problemas, aparentemente sin esfuerzo alguno, podria pensar que por la cantidad exagerada de animales estos podrian, en cualquier momento, empezar a reñir, pero no era así, estaban totalmente amansados, pero no por ser de razas amigables, sino porque su portador los tenia completamente amaestrados.

Sorprendente.

Los domingos era la misma rutina para el bailarín, salia temprano por la mañana y corría unas diez vueltas al rededor del parque cuando aun no había nadie afuera, se sentaba unos minutos y lo veía aparecer, temprano, con una sonrisa y susurrando canciones a los canes que llevaba. Tenia unos auriculares puestos, se quedaba un rato ahí. Nunca lo había hablado, ni lo saludaba pero de vez en cuando sus miradas se cruzaban e intercambiaban sonrisas amables.

"Hermoso" pensaba el bailarín

🐶

Hoseok salia del estudio de baile, era jueves por la noche, había estado practicando hasta después de hora porque pronto tendría un torneo y necesitaba pulir sus rutinas. Descendió los tres escalones que lo separaban de la acera cuando sintio algo rozar sus piernas.

-¡Hey! ¿que haces aquí amigo?- se inclino a acariciar al pequeño peludo que se frotaba cruzándose por sus piernas- es muy tarde, ¿estas solo?

Intentó buscar al rededor al dueño del animal pero estaba oscuro y las calles estaban desiertas sin contar que el frío podía llegar a calar los huesos. Lo conocía, era uno de los perros que paseaba el joven aquel que veía cada domingo, tal vez él habría escapado de su casa, no podía dejarlo ahí solo, así que después de meditarlo unos segundos lo tomó entre sus brazos y metiéndolo en su abrigo lo cubrió para que dejara de temblar. Suerte que era uno de los perros pequeños, pues uno de los grandes habría dado algunos problemas.

Cuando llego al piso donde vivía se aseguro de prepararle una buena cucha y algo de comida, estaría atento por su alguien buscaba al perro extraviado.

-Eres muy lindo- canturreó con voz de niño cuando el animal se acomodó entre sus piernas para quedar con la barriga arriba- ¿quieres que te acaricie verdad?

Hoseok no odiaba a los perros, solo que jamas se le había ocurrido tener uno pero ahora que tenia uno en casa sentía una extraña sensación de calidez dentro de él.

Esa noche jugó con el pequeño hasta que quedaron rendidos en el sillón.

La mañana siguiente despertó sintiendo lenguetazos humedecerle toda la cara.

-Basta mamá... Estoy grande para besos...- habló dormido pero un agudo ladrido lo sacó de su ensoñación

Se sentó en el sillón mientras frotaba sus ojos, de repente recordó a la pequeña y peluda rata y sonrió.

-¿Qué? ¿Qué quieres?- le preguntó viendo como ésta iba y venia corriendo de la puerta a la sala y de vez en cuando tirando de la bota de su pantalón- ¿quieres ir al baño? Tal vez sea eso...

El paseador •VHope• OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora