Bella

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Es de lo más maravilloso y te lo contaré a ti, que no crees en el amor, o que simplemente nunca le diste una oportunidad. Aquí te daré mí testimonio sobre lo que alegra la vida de uno. Sabes, cuando me despierto en la oscuridad y no puedo ver, los demás sentidos que están agudizados me alertan que ella está allí, al lado mío. Silenciosa, callada y sin moverse, sé que esta esperando que mi mano la busque, la toque y sienta su cuerpo. Esperando nuestro encuentro como todos los días, antes que la toque el sol. La luz aparece y queda expuesta, contenta que ahora la veo y puedo acercármele. Para estar digno y presentable para el día, desayuno acompañado por una de sus historias, para activar mi mente, las recepciones y también, por qué no, el humor. Salgo a la rutina que clama mis movimientos pero, obviamente no me voy sin antes estar frente a ella. La mimo, veo como está y le prometo volver pronto, con alegría o tristeza, con cualquier estado anímico para compartirle, entonces así ella me aconseja, me da palabras de aliento o busca distraerme, para darme cuenta que no todo es tan malo, y que la vida es muy diversa y llena de sorpresas. Por eso la amo, y amo más su presencia cada día en mi hogar. Vale decir que no fue fácil conseguir su confianza, ya que al principio me costaba acceder a ella, no sabía por donde empezar y no terminaba por escuchar todo lo que tenía para contarme. El tiempo pasó y todo se fue fortaleciendo, hasta el día de hoy, que me acompaña todos los años, y que todas las semanas ambos adquirimos nuevas experiencias. Generalmente ella las conoce y me las cuenta, yo soy quien las vive. Sus consejos me enseñan mucho, después soy quien tiene que vivirlas, porque me toca a mí, en esta relación ser el que sale a la calle a comprobar todas sus verdades o crueldades, esas cosas que uno a simple vista no puede ver o comprobar.

No hay un momento en el día, en el que regrese a casa, que no vaya con ella. Lo primero que hago es hacer lugar para los dos, y rápidamente quiero que me hable en su forma particular, quiero que me enseñe como cordialmente lo hace, quiero que me acompañe al momento de imaginar, de viajar, de escuchar, de hablar, de querer, de llorar. Ella está en todas esas emociones, y todas las vivimos, sin salir de casa. Haga frío o calor, verano o invierno, día o noche, almorzando o cenando, triste o contento, en el ocio o en el trabajo, con la luz del sol, de la electricidad o la seductora vela, siempre me brinda un espacio cerca para escuchar, para experimentar todos los conocimientos y aventuras que tiene para mí. Es una relación fantástica, recíproca, simbiótica. Yo no soy nada sin ella, y ella nada sin mí. Sin la existencia del hombre ella no existiría, y sin ella, el ser humano sería primitivo. Sí, estoy hablando de la mejor compañera de una persona, seguro sabes quién es. Ella es paciente, no tiene apuro y está agradecida del espacio que le das, como yo a la mía (o más bien, yo soy de ella), todos tenemos una, pero simplemente no notamos su maravillosa presencia. Una persona no puede tener y ofrecer libros encima suyo todo el tiempo, una biblioteca sí, por eso, la amo.


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