Parte I

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Eran las 2 y media de la mañana cuando el reloj de madera que había en la entrada dejó de sonar. De repente escuché un portazo en la planta inferior que me estremeció. Lentamente me levante de la cama, haciendo chillar los muelles, y me encaminé hacia las escaleras. La madera desvencijada crujía bajo mis pies y el fuerte viento del exterior aporreaba los critales y los marcos de las ventanas. Comprobé primero que mis hijos estaba dormidos y bajé las escaleras lo más silenciosa que puede.

Fuí a comprobar el reloj, lo puse en marcha de nuevo y comprobé que todas las puertas estaban cerradas. Cuando empezé a subir las escaleras oí un largo chillido de metal oxidado, me giré en redondo y ví que la puerta de el angosto pasillo que conducía a la cocina y a la sala de estar estaba entornada. Un escalofrío me recorrió toda la espalda, con el corazón en un puño subí estruendosamente las escaleras y llegé a mi habitación. Me metí en la cama y decidí no contarselo a mi marido Josh, ya que, podrían haber sido mi imaginacion.

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A la mañana siguiente me desperté y sentia los brazos y las piernas entumecidas ya que tenía unos extraños arañazos ensangrentados por todas las extremidades.
Tras dejar a mis hijos en el colegio, me recosté en el sofá porque seguía teniendo la sensación de que en cualquier momento las extremidades no responderían a mis órdenes.
Poco a poco me dormí, soñé que estaba en la habiatación de mi hijo pequeño. Intenté ver algo pero la penumbra de la habitacion me lo impedía. Poco a poco, ojos se fueron adaptando a la misera luz que entraba por la puerta.
Mi hijo Charlie estaba dormido en su cama y su expresion era serena. De repente su ceño se frunció y en el borde de la cama apareció un ser extraño. No pude verle la cara pero percibí unas largas garras afiladas como cuchillos por manos y una larga cola de serpiente por piernas.
Se acercó siseando a el rostro de mi hijo, intenté gritar y moverme para imperdir que tocase a Charlie pero el miedo me tenia paralizada. Cuando el cuerpo me permitió reaccionar, lo único que conseguí decir fue
-Alejate de él.
El extraño ser se giró en redondo y me miró. El miedo se apoderó de mi, quería correr y gritar pero los brazos me pesaban, tenía los pies pegados al suelo y no sentía los labios. Tenía dos cuencas vacias y oscuras, su boca estaba retorciada y llena de dientes afilados ordenados en varias hileras arriba y abajo. Su cabeza era ovalada y su cara era blanca y estaba llena de grietas.
El monstruo se levanto de la cama, media dos metros de alto, y se dirigió hacia a mi. Salí corriendo y bajé las escaleras despavorida hasta llegar a la sala de estar, donde mi marido y mis tres hijos, entre los cuales estaba Charlie, estaban sentados y erguidos en el sofa. Di un paso atras cuando escuche un disparo que provenía de la cocina, despues otro, otro y otro. En total fueron cuatro. Miré en dirección a la cocina y no ví a nadie, despues giré la cabeza para mirar a mi familia y estaban todos muertos, en la misma posicion pero ahora solo estaban sus cuerpos inertes sentados en el sofa familiar. Una bala de calibre 14 habia a travesado el pecho de cada uno de los mienbros de mi familia. Justo detras del sofa estaba esa cosa extraña que hacia unos minutos estaba acechando a mi hijo.
Me desperte con el corazón acelerado, abri los ojos y encima mia, suspendida, estaba esa cosa. Me sujetó por el cuello intentando estrangularme. Puse mis manos sobre sus garras sin ejercer mucha fuerza para no cortarme. Comenze a gritar desesperadamente hasta que la figura se desvaneció hasta convertirse en humo.
Me incorporé empapada de sudor, temblando y con el corazón apunto de salirse del pecho. Sentía un insoportable ardor donde esa cosa había puesto sus garras. Había sido todo tan real.
Con lagrimas en los ojos abrazé a Josh que se encontraba a mi lado. No tenia conciencia del tiempo que había pasado dentro de esa pesadilla pero la tarde estaba cayendo y el cielo estaba de un color rosado y anaranjado.
Me levante cautelosamente ya que me encontraba bastante aturdida.

Por la noche, cuando todos dormian, alguien comenzó a aporrear la puerta con mucha virulencia. En el momento en el que me levante para ver quien aporreaba la puerta de esa forma, el suelo comenzó a temblar. Mis tres hijos entraron en la habitacion gritando y sollozando.
-¡Mamá, las camas se mueven!
-¡Mamá, mamá hay una mujer con garras en nuestro cuarto!-Dijeron los niños a la vez.
Volvieron a aporrear la puerta con fuerza. Mi marido bajo a comprobar quien estaba tocando y yo fui a la habitacion que compartian las dos niñas. Entré a la habitación. Del armario salio un infante y entre risas pasó por mi lado hasta desvanecerse en la habitacion contigua.
Amaneció deprisa, la luz se filtraba por las ventanas creando un ambiente sombrío y húmedo.
Tras el terrorífico episodio de anoche, los niños se volvieron a dormir y lo poco que dormí yo, volvía a tener la misma pesadilla de todas la noches. Mi familia muerta y una mujer con garras y una cola de serpiente custodiando sus cuerpos sin vida.
Al mediodía fuimos a casa de los Lewis, nuestros vecinos, a comer para que los niños se olvidasen un poco de lo que sucedió anoche jugando con los hijos del los Lewis. Claire y Sam Lewis eran un matrimonio que vivia, al igual que nosotros, al oeste de Londres, en un pequeño pueblo llamado Fawley que no era muy conocido y no había apenas habitantes.
Tenían una gran casa rústica, con un jardín muy colorido en el que había un columpio para sus hijos. El interior era aun más impresionante, el suelo era de madera de pino y se notaba el meticuloso cuidado que había recibido antes de ser utilizada para el parqué de una casa.
Durante la comida, en una mesa de camping de madera en el jardín y aprovechando que los niños estaban ausentes, les comente a nuestros vecinos lo que los había sucedido durante estos últimos días. Ellos nos dieron un teléfono de contacto para que preguntasemos por Elise. Nos dijeron que era una muy buena demonóloga y que nos podría ayudar. Yo no creía firmemente en los demonios ni en las cosas paranormales, pero era gratis asi que no tenía nada que perder y accedí.
Llegamos a casa y vimos unas huellas no muy humanas, era mas bien un líquido biscoso negruzco que dejaba un rastro serpenteante hacia el piso superior.
Subí estrepitosamente por la escaleras evitando pisar el líquido que había aparecido misteriosamente.

VALAKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora