- CAPÍTULO 2 -

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Camino de la oficina, Jaime aminoró el paso frente a la cristalera de la cafetería. Escudriñó con disimulo en el interior y la localizó en la mesa del rincón, junto al ventanal.
Había transcurrido ya una semana desde el incidente del cabezazo subacuático y cada día que pasaba estaba más intrigado. Ahora ya sabía que se llamaba Belisa; un nombre curioso. Llevaba días observándola desde que una mañana descubrió que, tras salir de la piscina, ella siempre acostumbraba a desayunar en aquella cafetería, casi vacía a esas horas.
Durante la jornada laboral rara vez coincidían. Aunque trabajaban en la misma empresa, pertenecían a departamentos distintos. Él era jefe del equipo de actuarios y ella la responsable de diseño y mantenimiento del sitio web de la corporación.
Durante un par de segundos se fijó en cómo Belisa sonreía con amabilidad al camarero; relajada y contenta, tenía un aspecto muy diferente al habitual. Frente a su desayuno y con el bolígrafo en la mano parecía más natural, como si no necesitara guardar las distancias. En ese momento la vio concentrarse sobre su libreta de gusanillo, Jaime se preguntó qué escribía en ella cada mañana con tanto empeño.
En bañador tenía un aspecto imponente, pero con ropa de calle dejaba ver la melena castaña a la altura de los hombros que se ocultaba tras el gorro de baño. Su cabello de color roble hacía destacar aún más sus ojos claros. Tuvo que reconocer que en las últimas semanas había hecho más visitas de las habituales a los creativos de la web. Improvisaba cualquier excusa sólo por verla. Y comprobó que, entre aquel par de melenudos con los que compartía despacho, Belisa destacaba como una orquídea en un manojo de cardos.
Tiempo atrás ya había notado que, en las fiestas del trabajo, a ella no le costaba nada convertirse en el centro de atención de una empresa con mayoría masculina. En la celebrada el mes anterior con motivo de una jubilación no hubo ni un momento en que no la viese con algún hombre revoloteando a su alrededor. Aunque se mostraba agradable y buena conversadora, parecía establecer un muro invisible en torno a ella. A Jaime le pareció que mantenía una actitud inaccesible por propia decisión. Cada vez se sentía más atraído por aquella mujer, con su aspecto de trofeo inalcanzable.
Estuvo tentado de entrar y sentarse a su lado, y no era la primera vez que deseaba hacerlo. Pero al instante desechó la idea y continuó su camino con intención de desayunar él solo en otro bar, dos manzanas más adelante. Nunca había tonteado con ninguna compañera de trabajo. Y además tenía muy claro que en su vida no había espacio para una mujer.

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2017 ⏰

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