Llevaba más de 20 minutos sollozando frente a la pantalla de su celular. El agua salada que provenía de sus ojos caía sin que nada ni nadie pudiera detenerla, con su destino fijo hacia las rosadas teclas de su móvil. El mensaje abierto, que a esas alturas era ilegible, comenzó a enviarse con rapidez hacia la papelera de reciclaje. No quería volver a leerlo, pero sabía que si lo conservaba allí, la tentación de querer sacarse un par de lágrimas antes de dormir sería realmente inevitable.
"El mensaje ha sido borrado"
Una voz femenina le indicaba aquello. Todo había terminado; no había vuelta atrás.
En cuanto escuchó la propuesta de aquél chico tan tierno y guapo, jamás se le cruzó por la mente que todo terminaría en una súbita tragedia. Lo había perdido, probablemente para siempre. Su amor, tan duro pero cálido a la vez, se había esfumado al igual que sus palabras, mientras abandonaba los callejones silenciosos de Japón.
— No pienso volver a salir con una persona como tú.
Se lo había buscado, era obvio. Si se ponía en el lugar del bajito, ella probablemente habría enloquecido, llorado y gritado como una maniática. Otani nunca haría algo como eso, una excusa así de patética no serviría para animarla.
Ah...¿cuánto tiempo había luchado por el amor de ese idiota? ¿cuánto? ¿casi tres años? Eso era lo mínimo: un amor silencioso, que terminó volviéndose demasiado obvio para todo el mundo excepto él. Soportó dos rechazos, ¡dos! ¿qué chica en su sano juicio continuaría luchando? Sólo ella, obviamente. Después de tantas lágrimas, impotencia, pero además sonrisas y recuerdos hermosos, su ya pasado cumpleaños, que a estas alturas se veía tan irreal e inalcanzable, él se le había confesado.
Y ella había echado todo a perder.
Marcó con el teclado de su móvil el número de Nobuko. Sabía lo que le esperaba, pero era la única persona con la que podía contar en estos momentos. Chiharu no tendría idea de qué decirle. Su relación con Suzuki era demasiado tranquila.
Después de un pitido y medio, ésta contestó.
— ¿Risa? Son las once pasadas. ¿Sucedió algo? — su tono de voz era soñoliento y preocupado.
— Nobu... — gimió.
— ¡Risa, dime qué te pasa!
Lágrimas comenzaron a salir, y sentía como mocos bajaban por su nariz. Intentaba sorbérselos, pero sonaba más como un sollozo patético al oído de su compañera.
— Risa, si no me dices qué te sucede en este instante, te juro que tiraré la puerta de tu casa abajo. ¿El idiota de Otani te hizo algo? ¡Dime de una vez, porque le arrancaré la cabeza!
Calló. El silencio acompañado por unas cuantas respiraciones entrecortadas dio paso a la voz quebrada de la pelirroja.
— Fui yo. La he cagado.
Nobuko no dijo nada. Koizumi supo que sólo con eso había entendido todo. Las palabras sobraban, la de cabellera castaña no quería herir más el corazón de su amiga.
— Quiero que vuelva.
Su llanto se fue intensificando, pero trataba lo mejor que podía de esconderlo, para así no alertar a su familia. Lo menos que necesitaba ahora era una charla sobre las rupturas, o sobre lo maldita que había sido por dejar a su novio por ir a un concierto con otro chico. Mientras más lo pensaba, más repulsivo sonaba.
— Lo siento, Risa. De verdad. Seguro mañana todo esto se resolverá.
— Me costó tanto conseguir sus besos, y ahora no me imagino el mundo sin ellos — respiró —, no quiero perderlos.
— Hablaré con Nakao, ¿sí? Por favor, no llores; Otani no se irá así como así. He visto como te mira, él te am—...
— Hasta luego, Nobu.
Cortó. No aguantaba más toda esa charla. No, él no la amaba y si alguna vez lo hizo, jamás volvería a ocurrir. Un error le costó su felicidad, un chico que no tenía por qué aparecer en su vida le arruinó lo que más apreciaba en el mundo. Mañana Nobuko se enfadaría con ella, no por la estupidez que había hecho, si no por colgarle cuando intentaba animarla. Su teléfono sonó un par de veces más, hasta que fueron pasadas las una de la madrugada. Decidió apagarlo, para no perturbar el apacible silencio que la consumía y la hacía sentir mejor. Si lo intentaba con fuerzas, podía creerse que mañana abrazaría a Otani y recibiría un golpe de respuesta, o que podría intentar darle un beso en la mejilla, o pedirle las respuestas correctas de su examen de inglés.
Pero no, no podría.
Porque si Otani la amara por lo menos un cuarto de lo que ella lo hacía, su error seguiría siendo imperdonable.
ESTÁS LEYENDO
Momentos
RomantikSerie de Oneshots y Drabbles sobre la pareja de Koizumi Risa y Otani Atsushi.