Duraznos

147 18 3
                                    

Ya han pasado miles de años, Mokou, y tú sigues con tu maldito rencor, ¿no es mejor olvidarlo todo ya? Eirin, Tewi, Reisen, e incluso Keine, tu mejor amiga, ya están muertas... Y creo que yo también...

Acepto la culpa de haber humillado a tu padre, pero no es culpa mía que no tuviese sentimientos por él. El corazón es algo que no se puede controlar.

Siempre había disfrutado mi rivalidad contigo, por muy raro que sonase, es verdad. De cierta forma, me sentía consolada de que no fuese la única que soportase el sufrimiento de ser inmortal. Estoy agradecida de que tú seas mi acompañante en este infierno.

Hay veces en las cuales me siento sola y tengo ganas de derrumbarme a llorar, esto es realmente duro y lo peor es que todavía me falta demasiado, es mucho lo que nos espera.

Cuando me entran ganas de romper en llanto, cuando siento que me voy a volver loca, apareces tú a buscar pelea y es ahí cuando entiendo que no estoy sola, que está mi enemiga a muerte Mokou, porque nos odiamos, la odio con toda mi alma, la odio...

Solo me queda aguantar esto, no es como si pudiera rendirme y suicidarme como lo hacen algunas personas, solo me queda resignarme y seguir luchando... para siempre...

Sé que Mokou se siente de la misma manera. Ambas fingimos ser fuertes, pero cuando no estamos juntas las dos sufrimos en soledad, extrañamos a nuestros seres queridos. A veces me dan ganas de quebrarme en su hombro, de abrazarla, de sentir afecto nuevamente, no sé si es por necesidad o por algo más... No sé por qué esa escena no ha sucedido, total, ¿Qué más da? Creo que estoy cansada de pelearme siempre con ella cada vez que nos encontramos. Hay un montón de cosas que podríamos hacer, somos las últimas en el bosque de bambús y Gensokyo ya se está desolando, no falta mucho para el temido y esperado "inicio del fin del mundo".

Me pregunto cómo se sentiría el calor de Mokou, y no, no me refiero a cuando demuestra sus poderes de fuego del ave fénix, sino su calor corporal... Realmente creo que la soledad me está afectando, mira que pensar en hacer ese tipo de cosas con ella, quien es mi única y mayor enemiga y la única persona con la cual puedo tener una conversación, no tengo ganas de conocer a más personas que sé que pronto se irán...

- Hey. –

Estaba sumida en mis pensamientos, mirando hacia Luna, mi antiguo hogar, tenía un poco de té en mis manos, el cual se estaba enfriando por la fría noche. Había escuchado un llamado que venía de entre los bambús, no me había dado cuenta la presencia de la persona en quien precisamente estaba pensando.

- Llevo rato aquí y apenas me notas, que mala que eres. – Dijo fingiendo tristeza acercándose a mí, yo solo me quedé mirándola y esbozar una pequeña sonrisa.

- ¿Ahogándote en el mar de pensamientos? ¿Me invitas? – Preguntó sentándose a mi lado. – Traje duraznos. ¿Quieres? Hay que disfrutarlos, ya no quedan muchos, fue suerte encontrarlos. – Ofreció entregándome uno que había sacado de una bolsa, la cual dejo en medio de las dos, ella sonreía.

- Gracias. – Dije dejando mi té a un lado y tomando la fruta para después morderla, ella también había empezado a comer de su durazno. - ¿A qué viniste? –

- ¿A qué más va a ser? He venido a retarte, encontré un tablero de ajedrez por ahí, esta noche no tengo ganas de darte golpes. –

- ¡Oh! ¡Qué generosidad! – Dije con sarcasmo.

Ella solo rió y se quedó mirando a la luna, hice lo mismo.

- Es como aquella noche. – Dijo.

- ¿Hmn? –

- Cuando ellas llegaron a resolver el incidente de la luna. – Noté nostalgia en su voz. – Era una noche fría como ahora, con los bambús moviéndose creando un agradable sonido, el cual se interrumpió poco después.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 28, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DuraznosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora