La maldición de los reyes Wrynn

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"Así es como siempre termina... para los reyes Wrynn..."

Las palabras del rey Llane llegaron a su cabeza como un recordatorio, no podía escapar de su destino como un Wrynn después de todo. Llevaba horas sentado frente a la tosca mesa de madera, analizando mapas de la zona y planeando varias estrategias ante cualquier mínima posibilidad de que algo saliera mal, después de todo el enemigo jamás debe subestimarse. Cuando Khadgar le advirtió sobre el regreso de la legión él no quiso creerlo; Gul'dan estaba muerto desde hace ya muchos años, ¿Cómo era posible que estuviera de regreso y además con la legión a sus espaldas? El archimago solo mencionó una palabra para que toda esa locura sonara coherente, "Draenor". El Gul'dan de draenor logró llegar a su tiempo y ahora estaba en las islas quebradas, tratando de invocar a Sargeras...

Varian suspiró, pensó que con la derrota de Garrosh y Archimonde en draenor al fin tendría algo de paz, un poco de tiempo para terminar de hacer las paces con Anduin, pero se equivocó. Ahora estaba ahí, esperando el amanecer para partir junto a un improvisado ejército y tratar de detener a Gul'dan... Khadgar dijo que la celadora Maiev Shadowsong permanecería alerta y estaba dispuesta a ayudar, incluso había liberado a los demon hunter que estuvieron bajo el mando de Illidan Stormrage hace algún tiempo... también dijo que la horda ya se estaba movilizando y que mandaría su propia fuerza de combate bajo el mando de Sylvanas Windrunner. No tenía alternativa, los adalides que triunfaron en la ciudadela de fuego infernal estaban muy debilitados para enfrentarse a la legión en ese momento, muchos aun no regresaban de draenor... tendría que combatir junto a la horda.

Esbozó una ligera sonrisa que acentuó las arrugas en su rostro, era una forma muy irónica de comenzar a hacer las paces con su hijo. Tantos años en conflicto porque Anduin aspiraba a una paz cimentada en la unión de las facciones y él deseaba erradicar a la horda de Azeroth, en verdad era muy irónico. Miró una vez más el mapa del lugar que asediarían, la costa quebrada era una zona llena de desniveles y formaciones rocosas que dificultarían el ataque directo, una gran desventaja para los guerreros cuerpo a cuerpo. Tenían muchas cosas en contra, cualquier estratega se percataría de eso, pero no debía perder la fe, después de todo él era Lo'Gosh, el lobo fantasma, el gladiador que provocaba terror en los corazones de amigos y enemigos por igual... se sobresaltó al escuchar los golpes en la pesada puerta de madera, alguien llamaba.

—  ¿Si?

—Disculpe excelencia, me pidieron que le entregara el informe de las tropas que partirán mañana.

Varian reconoció de inmediato la cantarina voz, era Ikiryö, la única mujer que formaba parte de su escolta personal. Le pidió que pasara y ella lo hizo; se acercó a él y le entregó los documentos que traían los inventarios de las armas y municiones que llevarían, los barcos y naves que saldrían en la mañana y la cantidad de guerreros que los acompañarían, así como sus respectivas razas. Fingió revisar cada pergamino a detalle, pero no hacía más que observar de reojo a la chica, que permanecía a su lado con la mirada esquiva. La primera vez que la vio asignada a su escolta se preguntó si no era un error, era esbelta y pequeña, además de que tenía unas facciones algo aniñadas, parecía todo menos un guerrero; pero lo dejó callado cuando le demostró su habilidad en combate, era igual o superior que sus guerreros mejor entrenados. Comenzó a prestarle más atención con el tiempo y se dio cuenta de que en apariencia era muy semejante a su amada Tiffin, salvo el color del cabello y de sus ojos podría decir que era idéntica, en complexión y facciones.

—  Gracias, puedes retirarte.

—  A su orden, majestad. Mañana a primera hora la escolta esperará al pie de la escalera para no importunarlo.

Hizo una grácil reverencia y se dirigió a la puerta. Algo se removió en el interior de Varian, ella y los demás iban a esperarlo para escoltarlo al muelle... no, para acompañarlo a ese enfrentamiento. La imagen de esa pobre chica muriendo en manos de cientos de demonios lo golpeó con fuerza, no podía permitir que eso pasara.

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