Summertime

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Take to the sky.
Lord. The sky.
But until that morning.
Honey, nothing's going to harm now.

Se sentía como el otoño de su vida, lo cual era gracioso ya que dicho refrán se utilizaba mayoritariamente cuando alguien pasaba a la vejez. Hanamaki Takahiro amaba el otoño, las hojas ocres crujir debajo de sus zapatillas, la forma en que se resquebrajaban como la vida y el viento se las llevaba con un solo soplido, unas buenas onzas de chocolate humeante ante el frio que lo arrullaba cual niño.

Había recorrido la primavera de su adolescencia; humeando ante inviernos que se instalaban sin dar lugar a replica. Brindándole pequeños veranos consecuentemente dulces como la miel. Sin embargo la miel con limón del otoño es mejor, mantiene lo dulce con el toque agrio de la vida, un balance justo y necesario.

Hanamaki encontraba vacía la felicidad eterna, así como encontraba la infelicidad eterna absurda.

Enterrado entre mantas tibias que lo alojaban del frio, que lo abrigaban en un tibio calor sin permitirle discernir entre el quinto sueño, la bruma mañanera acompañada del repiqueteo de las suaves gotas que besan su ventana, unos brazos en su cintura que parecían ser el pueblo que rodea la ciudad. Respirando apaciblemente se encontraba Matsukawa Issei, tan tranquilo y ajeno al desastre que es Makki.

Si pudiese quedarse un poco más...

¡Aunque realmente podía! Se desbanca los sesos del recuerdo de unas vacaciones directo en su hogar, un desayuno tranquilo con una buena taza de café humeante con tostadas de mantequilla y risas dolorosas acompañadas de respiraciones entrecortadas, un pase total a la tranquilidad de un día yendo al súper, recuperando horas de sueño, caminatas tranquilas, comidas y cenas que se pierden entre trabajos desalmados.

El cuerpo a su lado se remueve un poco en busca de más comodidad sin dejar de abrazarlo sacándole una sonrisa silenciosa, observar el pecho acumular aire y exhalarlo era tranquilizador. ¡Oh Matsukawa, si supieses que me has salvado de tantas manera inimaginables!

Antes de Matsukawa había largos inviernos con espejismos de pequeños veranos.
Después de Matsukawa, los inviernos fueron como estaciones eternas.

La mañana aun es larga.

¡Recordar es vivir!

Sumergiéndose en un mar frio de monotonía, la vida era buena en términos de economía para un nipon promedio. ¿Quién diría que terminaría como modelo? Claro que si le preguntaran a su yo más joven no lo creería, se reiría en la cara de aquella persona que le haya dicho esa broma insulsa. La fama la dejaba para alguien como Oikawa que siempre era el sol brillante entre nubes blanquecinas.

Makki más bien era como esas hojas que caen de los árboles y pasan como un destello ante los ojos de alguien que piensa que es hermoso, para después olvidar.

Su teléfono suena en una cadena de vibraciones que no se molesta en ojear, puesto que ya supone el chisme que ha corrido como el polvo por artículos amarillistas, era triste leer artículos de gente acabada por la fama, eran como naipes que se derribaban ante la más mínima brisa.

Trabajar como modelo era como ser de la antigua realeza, todo era lujo para los plebeyos, todos los lujos brillaban, pero lo cierto es que apestaba tanto porque no solían bañarse y lo remediaban con el aroma de las flores, claro no es que Makki no se bañaba porque eso era un ritual que seguía todos los días religiosamente, el agua caliente solía relajar sus músculos, destensándolos uno por uno.

A lo que se refería era a la hipocresía que era cubierta con rosas, diamantes, colores neón que brillaban como luces en el cielo. No era que odiara trabajar, pero su trabajo era frio como un invierno en Alaska, enredado en envidias entreveradas como telarañas, hipócritas sonrisas tan falsas como la joyería barata, belleza que predominaba, juventud antes que el ingenio.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2021 ⏰

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