Satisfacción.
En muchas ocasiones, nos esforzamos al máximo, lo damos todo y, aún así, no obtenemos ningún beneficio; entonces, comienzan las ganas de llorar, de gritar, de dejarlo todo a un lado, porque nunca lo va a ser posible conseguir nuestro propósito. En ese momento, en ese justo momento, sin darnos cuenta, sacamos fuerzas de debajo de las piedras y podemos.
Esa sensación de valor es la que sentimos al correr dos metros más de lo pensado, al demostrar que quieres tanto a alguien (incluso si duele) porque harías lo que fuera por esa persona; hasta esa emoción que siente un escritor frustrado al llenar la primera página en blanco de una publicación que en los próximos meses le servirá de vía de escape.
Ese sentimiento, no es comparable a nada de este mundo. Ese sentimiento se llama satisfacción.