Oscuridad

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La noche caía sobre la sortija del diablo, el ejército de las tinieblas. Sus 7 generales comían y celebraban haber llegado a un nuevo reino.
Las tierras de Lamal eran conocidas por su vida y alegria, pero los terrenos en los que el ejército descansaba parecían llermos y muertos.

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El ejercito de la sortija se podía vislumbrar desde un pueblo a lo alto de una colina. El ejercito planeaba atacarlo al día siguiente, pero eso solo levantaba el ánimo entre las filas de Lamal.
Sabían desde hace tiempo que la sortija había decidido que su siguiente víctima sería el reino de Lamal. El ejercito de la sortija siempre aparecía por el este cuando caía la noche.
Los ciudadanos habían levantado un muro al pie de la colina y otro rodeando el pueblo. La mejor armada del ejercito lamal había acudido con el fin de acabar con La Sortija. Los mas pesimistas hablaban de retrasarlos con el fin de dar una oportunidad al reino de organizar una ofensiva que acabase con el ejército de las tinieblas.

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El sol ya había llegado a lo alto del cielo y los ejércitos de Lamal estaban listos para la batalla. La tensión cubría el ambiente pero en las filas se respiraba tranquilidad. Sonrientes soldados cogieron sus lanzas y sus escudos y desfilaron colina abajo. Los caballeros de Lamal esperaban impacientes el ataque de la Sortija.
Los mas veteranos estaban al frente y los más novatos formaban en la parte trasera. La diferencia entre los dos grupos era notable. Los novatos estaban inquietos, movían sus lanzas y escudos y hablaban y reían tratando de suavizar la tensión. Los veteranos no vacilaban, sujetaban sus escudos con decisión y la punta de sus lanzas descansaban en el suelo. Sus caras no reflejaban miedo, ni ansiedad ni emoción alguna.
La diferencia entre los dos grupos era notable, pero al único que vería el enemigo será al de los veteranos.

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El ejercito de Lamal esperaba la aparición de las tropas de la Sortija, pero en el campamento enemigo no había movimiento.
La espera se hacia eterna y eso solo desquiciaba a los novatos. Los veteranos en cambio parecían aliviados y charlaban como si de un tiempo muerto se tratara.
El sol empezaba a ponerse sobre el campamento de la Sortija cuando sonidos de tambores comenzaron a sacudir el ambiente.
Una marabunta de soldados cubrió la ladera de la colina. Todos cubrían su cara con una mascara roja de demonio. En primera linea de batalla había lanceros con escudo y a su espalda hombres altos y fornidos con ferreas armaduras. Detrás de ellos hombres más pequeños que portaban sólo una o dos espadas. Para terminar una horda soldados con escudos y una espada pequeña, y detrás de estos hombres con arcos largos o con túnicas y bastones.
El ejercito lucia un aspecto terrorífico. Muchos veteranos no pudieron nada menos que reír. Los novatos observaban el ejercito enemigo más por la curiosidad de averiguar porque se reían los veteranos que por descubrir su estrategia.
El ejercito Lamal no sabia de donde salia el sonido de tambores, pero no les molestaba, solo ensalzaba la grandeza de aquella batalla.
El sonido de los tambores cesó y tras el estruendo de un relámpago aparecieron 6 hombres montados a caballo. Los arqueros lamales montaron las flechas sobre sus arcos y esperaron a la señal de disparo. El ejercito de la Sortija comenzó a avanzar hacia el muro en la falda de la colina y ante esta ofensiva Lamal lanzó una lluvia de flechas. Los lanceros alzaron sus escudos y no resultaron heridos, como era de esperar.  Las flechas rebotaron contra las armaduras y a pesar de que ningún espadachín del ejercito de las tinieblas resultó herido, decidieron retroceder hasta la linea de compañeros arqueros, que no habían sido alcanzados por las flechas. Eso si, no había ningún indicio se los 6 caballeros que lideraban el ejercito.
Los lanzeros alcanzaron el primer muro, resguardándose de la nueva oleada de flechas, otro segundo intento inútil, que solo alcanzó a las armaduras. Llegaron al poco las armaduras am muro y comenzaron a pegarle puñetazos. Hombres lamales, desde lo alto de la muralla, tiraban enormes piedras a los lanceros y la armaduras. Los lanzeros paraban en seco las piedras con sus escudos. Sin embargo, las armaduras recibían las pedradas y caían desplomadas, pero al poco tiempo se levantaban y continuaban golpeando la muralla.
La muralla empezaba a agrietarse y las unidades cuerpo a cuerpo de Lamal formaban frente a la muralla, esperando a entrar en acción.
Al caer la muralla los lanzeros de la Sortija  se agruparon en el agujero que las armaduras habían hecho, las cuales se habían retirado.
Los espadachines habían abandonado el campo de batalla y la presencia de las tropas a distancia pasaba inadvertida. Sin embargo después de la caída de la muralla, los soldados de las túnicas avanzaron, entrando por   fin en batalla.
Las tropas lamales atacaban a los lanceros torpemente, pues su defensa estaba perfectamente formada, viéndose obligados a retroceder. Los lanceros se organizaron y atravesaron las murallas. Pero según lo hacían se habalanzaron sobre ellos tropas lamales desde los extremos del agujero, que no habían participado todavía. Los que habían estado intentando romper la defensa de la sortija y se habían visto obligados a retroceder observaban ahora satisfechos el panorama. Las tropas de la sortija caían uno tras otro, pero parecía que nunca dejaban de entrar lanceros. Aun así, el ejercito de las tinieblas se vio obligado a retroceder.
Las tropas lamales siguieron a la Sortija abatiendo a cada uno de sus soldados, pero al salir unos cuantos cientos de metros mas allá de la muralla las tropas lamales se encontraron con un séquito de hombres misteriosos con capas. La noche ya había llegado y cubierto el escenario de batalla. Esa oscuridad le daba más misticismo a los encapuchados. Las tropas lamales se quedaron estáticos delante de esos hombres misteriosos, intimidados.
Los pocos hombres que habían resistido al ataque de los hombres de Lamal se escondieron detrás de los hombres misteriosos. Estos dieron un paso y las tropas lamaled reaccionaron retrocediendo, pero enseguida recuperaron el temple e iniciaron el avance. Sin embargo, a los pocos pasos, las primeras filas de los hombres lamales cayeron al suelo. Las filas traseras se detuvieron y retrocedieron lentamente. Aquello había sido magia, y unos simples soldados no podrían luchar contra ella. A la que se dieron la vuelta y comenzaron a correr hacia la muralla, una lluvia de fuego se abalanzó sobre ellos. Intentaron huir, pero el rojo cubría todo el cielo. Las tropas restantes calleron cerca de la muralla y ardieron. Los alrededores de la muralla ardieron durante lo que quedaba de noche.
Las tropas de la Sortija volvieron al campamento.

La sortija del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora