Ú N I C O

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¡EDITANDO!

Dean se las había hecho de galán nuevamente, sin saberlo, ésta vez había coqueteado con una antigua deidad. Alagada, la supuesta muchacha lo envió a un paradero que, hasta ahora, Castiel y Sam desconocen. Y vaya que les había traído problemas, esos tres días de búsqueda no habían sido más que una constante odisea con monstruos, espíritus e interrogatorios sin salida. Agotador, en simples​ palabras.

Sam, en esos minutos de relativa calma intentaba encontrar algo sobre el secuestrador de su hermano en algún libro del búnker. Subió la mirada del polvoriento escrit que leía, topándose con el ángel bajando las escaleras, su ropa estaba manchada posiblemente con sangre.

─Hola Cas.─Saludó vagamente el cazador bebiendo de su café después.

─Ya se dónde esta Dean.─Anunció Castiel arrojando un pergamino de extraños símbolos en la mesa.

─¡Oh! Eso es genial.─El moreno le miró y por un segundo sus ojos brillaron en un azul eléctrico, lo atribuyó al hecho de ocupar su gracia en esos momentos, colocó la mano al centro del pergamino en silencio y éste comenzó a quemarse al instante, no apartó la mano e indiferente a lo que sucedía comenzó hablar.

─Está en una dimensión apartada, algo parecido al cielo pero al mismo tiempo muy distinto, un lugar moldeado por los deseos de quien esté allí.─El castaño alzó las cejas incrédulo ante la información.

─¿Q-qué? Debemos ir tan pronto podamos.─El ángel negó.

─Tú no puedes ir, morirías al acto. No puede haber más de un humano al mismo tiempo en aquél lugar, al contrario colapsaría, la dimensión no sabría a cual de los dos deseos reconstruirse.─Eso dejó algo mareado a Sam. Las cosas parecían tan complejas y Castiel... Ni siquiera mostraba señales de preocupación, bueno su estado la mayoría de las veces era un rostro serio sin muchas emociones a la vista.

─¿Y tú? ¿Estarás bien?─Castiel asintió.

─Mi condición como ángel me priva de sensaciones tan básicas como son los sueños o deseos, simplemente sería un lugar en blanco, me pasará por alto.─Sam asintió no del todo convencido. Las dudas eran muchas y no había tiempo para resolverlas.

El moreno comenzó a recitar algo en una lengua impronunciable, el papel que hasta ahora increíblemente seguía quemándose, ganó intensidad y devoró la mano del ángel, éste soltó un gruñido de dolor casi imperceptible. El fuego finalmente se apagó, dejando ver un extraño símbolo en la mano del moreno. Algo parecido a una "S" que se perdía en la manga de su ropa y al mismo tiempo era atravesada por una línea recta en el centro.

─Necesito una pertenecía que posea gran valor sentimental para Dean.─Agregó sobando su mano con una leve mueca. El castaño no demoró en traer una fotografía algo gastada de su madre.

─¿Servirá?─El pelinegro asintió. Volviendo a repetir la extrañas palabras de antes, la fotografía prendió en llamas y Castiel desapareció.

─Buena suerte.─Susurró Sam a la nada preocupado por ambos.

~•~

Abrió los ojos, todo lo que vio fue blanco, un brillante y molesto color blanco. Se restregó los ojos y nada, todo seguía igual. Maldijo para sus adentros sentándose, observó a todos lados y lo mismo, infinito blanco.

Con cuidado se levantó, no muy seguro de que hacer, Dean no dudaba que estaba allí gracias a la linda chica rubia que al fin de cuentas no era humana. Se sintió realmente estúpido. Recordó sus palabras, éste lugar se amolda según lo que más anheles o sueñes, disfruta.

Paraíso » Destiel O.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora