Consecuencias, consecuencias y más consecuencias...
De la decisiones que tomamos, de los malos y buenos pasos que damos, de lo que decimos, de lo que no decimos, de lo que pensamos, de lo que no pensamos, de lo que hacemos, de lo que no hacemos, hasta de lo que miramos y de lo que no o de lo que escuchamos y de lo que no. Todo conlleva una consecuencia, mala o buena pero consecuencia al fin.
¿Qué hacemos cuando esa consecuencia nos pesa? Nos estancamos en el pasado. Siempre es más fácil pensar que si no hubiera hecho tal cosa o si sí la hubiera hecho mi presente no sería mi presente y, la verdad, esto no nos consuela, pero de algo sirve (todavía no sé bien para qué) el hecho de que por lo menos en nuestra mente exista la posibilidad soñada de que se puede cambiar y ser mejor.
Somos grandes idealistas.Consecuencias... estamos invitados a vivir con ellas, cargar con su peso, aceptarlas. Y, digo invitados porque más allá de que nos afecten directamente en algunos casos no nos percatamos de que ya estamos viviendo en ellas y elegimos llevar la mente a otro lugar. Qué fácil, ¿no? Somos capaces de escaparnos de esa forma sin escaparnos en realidad y solo sirve para generar más dolor. Un dolor que resentiremos el día que la realidad atrape nuestra mente otra vez.
Realidad... nuestra vida pasando en cadenas sucesivas de pensamientos, miradas, palabras, sentimientos, hechos, caminos, etc., que nos van atando a un sendero forjado por nosotros mismos y que no tiene un punto de llegada sino que está en constante construcción.
De un dia para el otro puede ir de derecha a la izquierda o de arriba a abajo o puede avanzar un poco más, retroceder o estancarse, nosotros tenemos la última palabra y hay que ser concientes de eso.
De otra forma, ¿cómo evitar que la mente tan dispersa se nos escape y nos haga olvidar en qué parte de la realidad nos quedamos parados?Consecuencias... lo que escribo ahora es una consecuencia y mientras tanto lucho con mi mente rebelde que no entiende que decidí no ir a ese mundo de ensueño, donde ves una y otra vez un final esperado. ¡No! Hoy vivo la consecuencia, participo en ella y tengo el rol principal; o es al menos lo que creo que hago.
¿Quién te dice "vas bien" o le "erraste otra vez"? Pero, ¿y qué sería ir bien?
Me pregunto y me pregunto todo el tiempo: ¿es mi mente aceptando la realidad a la que decidí acceder o es ella misma haciéndome creer que tengo el control?