Si dicen que la vida es solo un período de tiempo para disfrutar y que luego nos vamos sin dejar nada más que nuestro recuerdo en la mente de nuestros seres queridos, que a su vez se irán y así se nos olvidará por completo, ¿por qué vivir? Incluye muchos sufrimientos, también muchas felicidades, pero al fin y al cabo, podríamos ser partículas de un experimento que observan unos gigantes con microscopios a su tamaño, y a nadie le importaría nuestra muerte. Además, esos gigantes podrían ser también parte de un experimento de unos seres más grandes todavía. Una hormiga vive muy poco, pero a ella le parece mucho, está acostumbrada. Un glóbulo rojo vive a penas unas horas. Quién dice que no sean realmente muy inteligentes pero que sus cerebros sean tan diminutos que no los podamos someter a investigación. Incluso en caso de que no lo sea, también es depresivo, nosotros somos retrasados y nuestra vida dura a penas un instante. ¿A quién mierdas le importa? A otras partículas tan insignificantes como nosotros, esa es la respuesta que convence a toda la humanidad (tampoco importa mucho que lo haga).
Dicen que la sabiduría produce placer. Nos gusta saber el por qué de las cosas. Bueno, pues nunca podremos saber nada. Las magnitudes proporcionales nos lo indican. Tienes 100 magnitudes proporcionales. A ti te parecen muchas. Pongamos que estas indican un suceso que ocurre cada año. Ahora bien, según nuestro punto de vista, es mucho, pero, ¿y desde el del gigante? Nada es comprobable por lo tanto. Alguno dirá que siempre te quedan los hechos que no se reducen a probabilidades. Como por ejemplo, cuando tus pulmones captan oxígeno y este llega a las células, estas siguen en funcionamiento. Bueno, esto sigue siendo una probabilidad, pero démoslo por válido por un momento. Aquí entra en acción la teoría de la impredecibilidad. No sé si se llama así, pero lo importante es el concepto. Si tú alumbras algo, ves lo que hay, ¿no? Pues no. La luz está formada por fotones. Estos fotones chocan contra los objetos. Por ende los objetos se modifican. Bueno, pienses lo que pienses eso es así. Redúcelo a un tamaño más pequeño o haz lo que quieras con ello, pero tiene sentido. Eso sí, sigue siendo una teoría.
Bien, pasemos a otro asunto. Alguien ya desesperado dirá que entonces solo podemos confiar en lo que vemos, oímos, tocamos etc. Pues tampoco. Los objetos no tienen color, el color es una ilusión. Todo carece de color, al arrojar luz, vemos las cosas. Podría haber algo que absorba toda la luz y no lo veríamos. El color son ondas. Prescindamos de la vista. El tacto. La distancia cero no existe, son todo reacciones. Nunca llegamos a tocar nada, es solo una reacción. Esta podría ser incierta. Prescindamos también del tacto. Oído. También son reacciones provocadas por ondas. Creamos aparatos que leen las ondas que nosotros no podemos como las de los rayos Gamma. Si esos aparatos pueden cometer errores, ¿nosotros no? Bien, podemos continuar así, pero supongo que no hace falta más. De acuerdo. Ahora, ya molesto, alguien alegará que nos queda el pensamiento. La famosa frase "Cogito ergo sum". Pienso, luego existo. Pues tampoco. Aquí me ayudó mi amiga Alegría con una pregunta que me hizo: ¿Quién eres? Yo tras reflexionar un tiempo llegué a la conclusión de que somos nuestro pasado. No el presente ni el futuro, dado a que el presente existe teóricamente, pero en la práctica, no se puede decir cuánto mide, (la respuesta es nada) ni el futuro, porque no podemos conocerlo, solo suponerlo con hechos. Los hechos pertenecen al pasado otra vez. Somos nuestras experiencias. El caso es que cuando nacimos descubrimos algo maravilloso. Si abrimos los ojos, vemos cosas, si prestamos atención, escuchamos sonidos, si manoteamos contra un armario, chocamos contra él. Nuestras primeras experiencias pertenecían a los sentidos. La única posibilidad de pensamiento prescindiendo totalmente de los sentidos, es pensar en el propio pensamiento. Te reto a intentarlo. Es una paradoja. Piensas en que piensas que piensas que piensas que piensas... Hasta el infinito. ¿Puedes pensar en el infinito de una forma coherente? Quizá, pero solo habiendo carecido de sentidos toda tu vida. Y nadie puede preguntarle a alguien así. Incluso consiguiendo a alguna persona, no nos podríamos comunicar y de hacerlo, perturbaríamos su pensamiento en el infinito. Ya no sabría que lo había hecho, ni como lo hizo, ni nada.
Llegados hasta este punto. La única explicación para esto es... nada. Debemos pertenecer a una película o algo de ficción. ¿De donde salió todo esto? No hay origen posible. Al fin y al cabo, lo único que nos queda es la felicidad. Y, ¿no es acaso otra ilusión?
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La vida resumida
SpiritualUn pequeño texto para romperse la cabeza. Siento que el género no sea exacto. Esto debería entrar en... ¿filosofía? Bueno, espero que alguien lo disfrute.