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Todo era oscuridad. Aquí siempre lo era. Temperance siempre me prohibía salir tan tarde, pues era cuando con mayor razón los nux utilizaban sus poderes. Eso somos, nux, una especie de brujo y ángel que fue creada por error.

Escuché un fuerte sonido lejano, como si fueran pisadas sincronizadas. Por primera vez en mis 16 años, logré distinguir a varios nux formados en fila, rodeados de la oscuridad y de algunas casas. Noté un tatuaje muy extraño que llevaban en el lado derecho; el opuesto al de la marca. Estaban frente a una larga pared de roca, la cual abarcaba desde una esquina a otra. Y como era de esperarse, todo el escuadrón dejaba a la vista su marca de nacimiento en forma de hexágono. Lo extraño era que yo solo tenía la mitad de ella, como si no hubiese podido completarse por alguna razón.

—¡Asstrid, adentro! —me di media vuelta, topándome con Temperance. Tenía los ojos llorosos, pero no pregunté por ello.

Temperance, la mujer que me cuidaba desde pequeña no era mi madre en realidad, pero yo la quería como tal y ella me quería como la hija que nunca tuvo.
Antes de entrar a la casa de briscú, dije lo primero que se me ocurrió. Si quería ver lo que estaban a punto de hacer aquellos nux, necesitaba quedarme por un rato.

—Yo... solo iba a recolectar nefdims para la cena —mentí. En el rostro de Temperance se mostraba la desconfianza, y sabía que me estaba examinando.

Si alguien me conocía perfectamente, esa era Temperance y sabía cuando mentía y cuando no, pero esta vez traté de disimularlo lo mejor que pude. Finalmente con un leve asentimiento de cabeza, me permitió descubrir lo que harían. Allá a unos metros más de mi casa, el gran árbol de nefdims yacía en perfecto estado, lo cual fue fácil para mi ocultarme detrás de este.

Por suerte seguían ahí, pero ahora repetían palabras en un idioma desconocido. El símbolo plasmado en la pared lo reconocía; era el mismo que todos teníamos. Al terminar de hablar, se escuchó un estruendo y después la pared de roca se separó, partiendo en dos al símbolo. Una luz brillante y cegadora se posó en los rostros de los nux.
Comenzaron a avanzar sin siquiera pestañear al hueco que había dejado, y sin previo aviso, la luz comenzó a consumirse a todos de uno por uno, hasta dejarnos en completo silencio.

Sin poder comprenderlo, arranqué algunos nefdims del árbol con rapidez, los metí en una pequeña canasta y me escabullí entre un grupo de nux que pasaban por ahí para llegar a casa. Además de eso, la escasa luz que emitían las casas de briscú nos permitía a cualquiera de nosotros desplazarnos a todas partes.

—Déjala en la mesa —Temperance estaba de espaldas a mí, por lo que pensé que ya no había algún tema que tratar y estaba decidida a irme a mi alcoba.

Comencé a alejarme por el pasillo cuando su voz me detuvo.

—Asstrid, ¿qué fue lo que viste allá? —se acercó a mí. Preguntó de manera dulce, pero sabía que no estaba bien.

Tomó mi inmaculado rostro entre sus manos. Jamás la había visto de tal manera: con los ojos hinchados, el cabello algo despeinado y el labio temblando.
Estaba destruida. Lo peor era que yo no sabía el por qué y por más que preguntara, Temperance se negaría rotundamente e insistiría con que estaba bien, aunque no lo mostrara.

—Espero que recuerdes, mi niña —acarició mis mejillas con sus pulgares—, que lo desconocido no es bueno para ti ni para ninguno de nosotros.

—Espero que recuerdes, mi niña —acarició mis mejillas con sus pulgares—, que lo desconocido no es bueno para ti ni para ninguno de nosotros

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¿Fuera de peligro? [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora