Parte 1

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La alarma sonando es algo que no es de mi agrado escuchar en la mañana. Ser un estudiante universitario realmente me ha costado horas de sueño de las que gozaba hace unos meses, pero supongo que es el precio de querer estudiar una carrera decente y poder tener un trabajo para mantenerme cuando pueda conseguir uno. Poniendo mi holgazanería de lado, me levanté de la cama y me preparé para irme.

Las mañanas eran todas las mismas, pero esta fue inusualmente silenciosa, cosa que era rara sabiendo que vivía en un departamento del centro de la ciudad. No era muy grande, pero era capaz de pagarla con lo que me daban mis padres al mes para estudiar aquí.

Me bañé, me lavé los dientes, preparé mi mochila, tomé un desayuno rápido y salí a la calle para irme en bicicleta al campus.

Noté algo inusual. No había ningún auto circulando, cosa que era rarísima en el centro de una metrópolis. La calle que cruzaba con la de mi apartamento estaba llena de autos detenidos en medio. ¿Qué estaba pasando? Intenté ignorar lo que estaba pasando y me obligué a imaginar que estaba pasando algo normal en otra parte de la ciudad.

Viendo como no había tránsito de ningún tipo, decidí irme a pie. La situación no mejoraba conforme avanzaba por las calles. Algunos autos parecían tener gente dentro de ellos, pero no me atrevía a revisarlos.

Eventualmente llegué a mi destino, donde tampoco había un alma a la vista, ni siquiera los guardias. Esto me comenzó a poner más nervioso. Crucé la gran puerta que me llevaba al campus y a los edificios donde las clases se impartían para miles de estudiantes. Los aspersores seguían rociando el pasto que ya estaba casi inundado, no fueron apagados por los conserjes. Lo que más me llamó la atención de toda la escena fue la cantidad de mochilas que estaban tiradas por todo el lugar, como si hubieran salido corriendo. Eso acababa de ocurrir.

Corrí a la dirección aún más preocupado que antes. No sabía por qué me dirigía ahí, pero esperaba encontrar alguna pista de lo que sea que estuviera pasando.

Recorrí todo el campus desde la entrada a uno de los edificios y llegué a las oficinas de administración llenas de computadores y gabinetes llenos de documentos importantes.

Me arrepentí instantáneamente.

Ni siquiera una película de horror se comparaba a lo que estaba presenciando en carne y hueso. Sentí un enorme escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Lo que parecía ser el director estaba tirado en el suelo, con la espalda completamente desgarrada y mutilada, con moscas volando sobre ella. Las venas en sus brazos estaban marcadas por un color negro y tenía sangre saliéndole de la nariz. Era imposible pensar que alguna vez lo vería así.

Me fui de ahí aguantando las náuseas, articulando en mi mente lo que pudo haber pasado ahí. Algo le hizo eso al director, y causó que todos abandonaran el campus. Bueno, no todos.

Más gente debió haber muerto si el director terminó de esa manera.

Tomé una bicicleta que estaba apoyada en un árbol y salí del lugar deprisa. Por donde quiera que pasara veía una que otra persona muerta en el suelo con los mismos síntomas que tenía el director. ¿Qué rayos estaba pasando en toda la ciudad?

-¿Hola? –grité a la nada mientras pedaleaba con fuerza sin rumbo alguno-. ¿Hay alguien que me escuche?

Nadie respondía. Toda la ciudad estaba en silencio, algo que jamás hubiera imaginado que pasaría.

-¡Que alguien me responda por favor!

De nuevo, no hubo respuesta alguna. ¿Acaso será una epidemia como en las películas de zombis? Gritar así de fuerte atraerá atención indeseada a mí, tal vez por eso nadie responde. Si ese es el caso, debo de conseguir comida y medicina. Cambié mi rumbo y me dirigí al centro comercial más grande que había en la ciudad. En el camino no encontré nada más que uno que otro cadáver tirado en la acera o dentro de un auto.

Durante el trayecto me puse a pensar en muchas cosas, y tenía muchas preguntas. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no fui afectado como la demás gente que murió? Mis amigos mi familia ¿estarán bien?

Para mi buena suerte, el centro comercial estaba como cualquier otro día, no tenía señales de haber sido robado en gran cantidad. Lo primero que hice fue tomar una maleta y llenarla de ropa de mi talla. Después tomé otra y la llené con comida de todo tipo, la mayoría enlatada para que durara más tiempo, y unos radios con algunas baterías extras. Solo faltaba un transporte en el cual llevar todo eso.

Con algo de nauseas, saqué al conductor muerto de un auto, tomé las llaves, y guardé las provisiones en el maletero. Mientras hacía esto, escuché pisadas rápidas que se dirigían hacia mí.

-¡Ayuda! –gritó un hombre que estaba corriendo-. ¡Ayúdame!

Venían detrás de él 3 perros persiguiéndolo, y no parecían amigables. El hombre que parecía ser un policía se puso boca arriba rápidamente y sacó su pistola para disparar a los perros que se acercaban a él. Logró acertar a uno, pero antes de que se diera cuenta, los otros dos ya estaban sobre él devorándole la cara y el pecho. Corrí atrás del auto, lejos de la vista de los perros. Los gritos eran horribles, me gustaría haber estado sordo en ese momento. Debía pensar en algo rápido, o acabaría como él.

No tenía nada con qué defenderme en ese momento. Ir por armas antes de los suministros parecía una buena idea en ese momento, pero no había vuelta atrás.

No tendría tiempo de subir al auto y arrancar. No podría pelear con ambos perros con mis propias manos. ¿Qué podía hacer? Piensa piensa

Fui distraído por otros dos disparos.

Los perros dejaron de gruñir, y el desagradable sonido de órganos siendo masticados se detuvo. Alguien había matado a esos dos perros.

-¿Hay alguien ahí? –pregunté desde mi escondite para evitar que me disparara si salía bruscamente.

-Sal de donde estés con las manos en alto –era la voz de un hombre, que parecía tener mi misma edad por su tono.

-No quiero causar ningún problema, solo quiero irme de la ciudad. Si buscas suministros, el centro comercial tiene de todo, nadie lo ha robado. Salvo yo claro –me sentía nervioso ante el cañón de su escopeta apuntándome a mí.

-Bien –bajó su arma-. Vete de aquí.

Aliviado, quise subir al auto, pero justo cuando me di la vuelta, sentí un fuerte golpe en la parte trasera de mi cabeza, y todo se puso negro.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2018 ⏰

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