Único.

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El sol no brillaba, unas ligeras nubes de matices grises lo cubrían, la reciente lluvia había dejado pequeños charcos a los costados de las calles, mas el frío de aquella estación permanecía igual que los días anteriores, obligando así a las personas a salir de sus hogares con diversos abrigos para preservar el calor. 

Por suerte, él traía uno encima.

Su gastado abrigo verde militar que había estado guardado en la esquina de su ropero le servía perfectamente en estas ocasiones; solamente se ponía una camisa y el abrigo encima. Sus jeans usados de color negro que utilizaba diariamente con sus zapatos de misma tonalidad terminaban por completar su conjunto.

Su cabello rubio brillaba con intensidad ante la luz del sol desviada por las nubes, y sus ojos celestes cual cielo despejado le delataban la emoción, resaltando aquel distintivo y llamativo color que poseía. De tez totalmente blanca, parecía que nunca salía de su casa, su piel tan delicada cual porcelana siempre le había hecho notar más débil sumado a su delgadez. Aunque no se podía negar a que era un hombre atractivo luego de sus años de pubertad.

Parecía que nuevamente la lluvia volvería, pero ya era muy tarde como para retractarse y traer un paraguas, debía conformarse con la capucha de su abrigo en caso de que esto sucediera. Él había subestimado al programa del clima en cualquier caso. Odiaba cargar con cosas en sus manos durante el frío, prefería llevarlas guardadas en los bolsillos, los guantes le resultaban incómodos.

Sentado en una banca del parque de la ciudad, admiraba aquel árbol que para aquella época ya casi no poseía hoja alguna. Sonreía internamente cual niño al ya poder tener visible el ligero vapor que salía de su boca al expulsar aire. 

Todas las estaciones eran sus favoritas, pero el invierno le encantaba.

Soltó un pequeño suspiro, liberando nuevamente aquel vapor. Mas este simplemente no era por alguna razón aparente. Solamente el admirar aquella imagen le había provocado la necesidad de hacerlo. Miro a su alrededor, una y otra vez observando el mismo panorama que se presentaba en aquel parque.

Gente.

Niños, padres, adolescentes, solteros, parejas, de todo. 

Los juegos a su derecha se encontraban llenos de niños felices disfrutando del momento, cuanto extrañaba jugar allí y crear cada día nuevas amistades pasajeras de las que recordaría solo aquel día. Veía los grupos de adolescentes salir de sus respectivas escuelas y reunirse, recordó sus días de escuela y el como los extrañaba, desde las tareas hasta los gritos de los maestros. Sonrió al darse cuenta de su actualidad.  

Una rara sensación le recorría por el cuerpo cada vez que pensaba en su edad, en cuantos años habían pasado desde su nacimiento, en todo lo que había estado vivo y había aprendido.

Pero después de todo, ¿Que es "un año"? Un sistema creado por una persona para determinar un plazo de tiempo en correlación con la rotación del planeta y otros factores que determinaban la edad y el pasar del tiempo. Aquel antiguo sistema con el que muchas generaciones pasadas se habían guiado. ¿Como habría sido la vida antes de que este se estableciera?

No importaba, lo que importaba es que existía. 

El sonido de los autos y tráfico pasaba por sus oídos, y las conversaciones de las personas se acoplaban entre si y creaban un bajo bullicio del cuál nada podía lograr comprender. Sentir sus oídos reaccionar ante aquellos sonidos le recordaban una y otra vez que aun estaba allí, lo hacían feliz.

Daba las gracias.

Volvió su vista y atención a aquel árbol, era muy fácil para él soltarse y divagar sobre un montón de cosas, mas estas simplemente eran preguntas y teorías idiotas. Debía mantener su mirada hacia aquel futuro que le respondería a su única pregunta existencial, quien es, el futuro se lo diría con seguridad. Las preguntas de un pasado no las necesitas.

¿Cómo lo ves?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora