- Capítulo Único. -

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No es un secreto al menos, para las personas más cercanas del mejor patinador checo del circuito, qué su espesa barba tenía por causa, nombre y apellido.

Si, Michele Crispino había sido causante que Emil Nekola en sus primeros años de junior pensara seriamente en dejarsela crecer, y sólo con un comentario.

Uno qué ni coherencia tenía.

-Micky. - le llamo por octava vez el pequeño rubio. -¿En serio no podemos comer juntos?

Sala que se mantenía junto a su hermano sonrió radiante al saber que no estarían solos en el comedor del hotel cómo siempre pero rápidamente borro su sonrisa cuando su mellizo con el ceño fruncido declaró.

-Tal vez cuando tengas barba hablemos de un almuerzo juntos. - el reclamo de Sala se fue perdiendo de su audición. No era como que le llevaran muchos años al chico como para ponerse en plan de "con niños no me relaciono."

Emil por su parte sólo podía pensar en cómo conseguir pronto una barba y todos sus cercanos, dicese Christophe Giacometti (pues los italianos no contaban) y su familia fueron interrogados en su necesaria búsqueda de una.

Si, todo había sido una cosa de niños hasta que en su debut como senior, Emil lució con una enorme sonrisa de dientes blancos una barba muy masculina. Sala y Chris rieron en apoyo a su amigo pero el causante de todo actuó como si nada.

Es más, apenas y había prestado atención al checo en sus rutinas y este a pesar de saberlo siguió sonriendo y apoyando en su momento al italiano.

Ese día, después de concluir la copa de China abordó a los mellizos para que por fin compartieran una comida juntos.

Michele chilló de indignación ante el agravio de interrumpir un momento junto a su amada hermana, Sala brinco feliz al brazo de su amigo aún con su mellizo aferrado a su otra extremidad pero, cuando había dado un paso su entrenador les llamó diciendo que tenían que verse con unos patrocinadores muy importantes.

Todavía recordaba como Sala se disculpó hasta desaparecer y Michele, bueno de él recordaba su espalda.

Aún así no desistió a pesar qué, en las siguientes competencias sus oportunidades siempre se arruinaban, ¿sería que la barba le dio mala suerte?

¡No podía ser! Sus seguidores habían aumentado y eso le hacía bien a su carrera, a su país y al pequeño pueblito de donde era, así qué, tarde o temprano le daría a su italiano. Seguro que sí.

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No era un secreto para nadie en el circuito que Michele Crispino tenía el carácter de los mil demonios, tanto así qué casi podía hacerle la competencia a Yuri Plisetsky en esa categoría. Lo que nadie sabía era que tenía sentimientos encontrados hacia la barba de su novio.

Si, la odiaba mucho pues no podía ser besado sin que se deshiciera en resonantes carcajadas, por que en efecto la bien cuidada barba de Emil no le incomodaba por comenzón o algo similar sino qué, lo hacía reír como un tarado.

Y para la imagen que Michele imponía, ser risueño no encajaba.

Pero no sólo su risa incontrolable era un problema, también habían otras situaciones incómodas, gran ejemplo era qué la sensación rasposa lo ponía cuál adolescente puberto que no era, en sus momentos íntimos. Todavía recordaba el primer beso que se dieron, había creído que sería un tanto molesto pero en realidad, le había excitado.

Más el punto cumbre no había llegado hasta que, unos meses después Emil se la chupo y, ¡había sido vergonzoso! Su cuerpo reaccionaba a esa cosquilluda sensación y también a la lengua extrema de Emil.

"Por Mickey, todo."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora