IV

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Mirame, aún sigo escribiendo este libro. Con lágrimas en el rostro cayendo encima del teléfono. No sabía que hacer.... Tenía muchas cosas girando en mi cabeza, las voces eran cada vez más inevitables. Estaba tan deprimido que con solo acercarte a mi, te sentías triste y solo. Me alegraba tanto que mi madre estuviera bien, que todo haya salido bien, por milagro supongo. No veía a mi mamá debido a que estaría internada en el hospital, saldría dentro de dos semanas, por suerte el niño lo entregaron 4 días después del parto, cuando lo vi, mis días frios y tristes se alegraron, es cierto lo que dicen, tienes una gran tristeza, solo ve la cara de un bebé y listo. Me había alegrado mi día. Al parecer no es tan malo después de todo, había llegado el sábado rápidamente... Días y noches esperando a que aquella mujer entrara por la puerta de mi casa, con esas ganas de abrazarla y llorar, pero, era cuestión de esperar.
Todos los días pensaba en mi madre, obvio, no iba a ser la misma mujer delgada y pequeña, tenía que haberse visto diferente.
Conforme fue pasando la semana, sentía que cada vez más la carga que estaba puesta en mi, se iba desapareciendo. Iba a la escuela, llegaba y normal, encontraba a mi "padre" y mis dos hermanos, pero no a mi madre, hasta que un día venía de la escuela, algo me decía que mi madre estaría en la casa, esperando a que yo llegara, la intuición cada vez se hacia más grande al irme acercando más y más a mi casa, cuando estaba enfrente de mi puerta sentía que algo andaba mal, no se escuchaba ruido alguno, y siempre era común escuchar música a volúmen bajo desde afuera, pero ese día no había sonido alguno, saqué mis llaves y estaban temblando, cuando al fin abro la puerta me encuentro que... Realmente ella estaba ahí, mi madre.
Después de 1 mes de no verla, al fin estaba en casa, ni si quiera me tomé la molestía de cerrar mi puerta, fui a abrazarla en cuanto la ví, el abrazo se sintió demasiado cálido y lo que dicen que "el amor de una madre" no se compara a otro amor, y es que tienen razón, aquél abrazo me hizo recordar varios momentos de mi infancia, mis festivales en el preescolar, mis fiestas de cumpleaños, o en las cenas de Navidad y Año Nuevo junto a ella.
Cuando nos separamos, nos vimos a los ojos y empezamos a llorar, la ví detenidamente y si, ella había cambiado un poco, estaba un poco inflamada, desde los pies hasta la cabeza, era un poco extraño verla así porque estaba acostumbrado a ver ese cuerpo delgado, pero, la inflamación poco a poco iría desapareciendo ya que el suero estaría surtiendo efecto en el cuerpo.
Aquella tarde fue la que nunca se me olvidaría, y pues, los que me conocen saben que no hago esto muy seguido, pero, por la noche di gracias a Dios de que ayudara a mi madre.
Los siguientes días fueron de historias en el hospital.
Mi madre nos empezó a decir a mi y a mi hermano la historia de como nació Gabriel.
Todo empezó alrededor de las 9, cuando mi madre entra al quirófano a que le pusieran la epidural, entra a cirugía, mi madre se estaba desangrando, y entraban muchos doctores, enfermeras, eran alrededor de 10 los que estuvieron en el parto, ya no había esperanza de que mi madre viviera, ella sentía como se iba, hasta que nos contó que sintió y vió un halo de luz, y fue cuando se quedó inconciente, el niño nació alrededor de las 9 con 11 minutos. Despertó y el doctor le contó todo lo que había pasado. Mi madre solo recuerda ver esa luz tan brillante y ver la habitación en donde estaba hospitalizada.
Me contó que lloró porque ella no había creído que estuviera aquí.
Agradezco que esté aquí...

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⏰ Última actualización: Nov 12, 2017 ⏰

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