Me desperté de mi corto sueño con el estruendo de un trueno que vaticinaba una tormenta, rápidamente, abrí la ventana para disfrutar del olor de la lluvia que desde pequeño me había encantado, había sido una noche larga a pesar de haber dormido mas bien nada. Eran las seis de la mañana, lo cual significaba que me había levantado justo a tiempo de poder ir a dar un largo paseo por el Parque de las Palmeras para despejar la mente y de paso comprar el desayuno.
Me vestí rápidamente sin olvidarme de cerrar la ventana para evitar el más que seguro inundamiento, agarre del tarro de encima de la encimera unas cuantas monedas y cuando me quise dar cuenta estaba en la calle, si no hubiera sido por el frio y ese característico olor a lluvia ni si quiera me hubiera dado cuenta, todavía estaba totalmente a oscuras excepto por el incansable trabajo de las farolas, estas teñían por la noche las calles de Verden con un aura anaranjada que más bien que iluminar ponía vagas sombras aquí y allá, me puse en marcha camino al Parque de las Palmeras por la calle Revolución Industrial que daba al Ayuntamiento el cual se situaba en el centro, pero justo al llegar a este me di cuenta de que tenía más hambre de la que pensaba, empecé a pensar en ensaimadas, bollos de leche con crema y demás delicias de la Tahona cuando de repente mi nariz golpeo con la fría verja de la entrada ,pase por la cancela del Parque de las Palmeras con el dolor y el susto todavía en la nariz.
De casualidad al entrar por el camino central que daba nombre al parque me encontré con el dueño de la Tahona, Jose Gutiérrez, paseando al perro.
— Buenos días, Miquel.
— Buenos días Don Jose, justo iba pensando en rondar su tahona.
— Me parece bien, por lo que he visto en la puerta o vas con hambre y has decidido comerte la cancela o vas preocupado.
— He pasado mala noche.
— ¿Y eso?
— Nada en realidad, soy de sueño ligero y me ha despertado la tormenta.
— Entiendo, pero no deberías andar por aquí a estas horas y menos con la que va a caer en nada.
— Pensaba dar una vuelta para despejarme y ya aprovechar para comprar el desayuno.
— En tal caso no te molesto más Miquel, pero date prisa o te calaras entero.
Precipitadamente se giró, pego un tirón de la correa y el perro automáticamente emprendió la marcha junto a su dueño, no le di más importancia y proseguí mi camino hasta el banco donde suelo sentarme, y siguiendo mi ritual, me senté y empecé a pensar en lo que realmente me había turbado mi descanso. Y es que en realidad la causa no se acercaba ni lo más mínimo al sueño ligero si no a un extraño sueño que había tenido, en este, iba agarrado de la mano con una muchacha de la que solo podía ver la espalda y el cabello, corríamos por una calle oscura mientras llovía, pero todo iba ralentizado, incluso podía ver cada gota de agua caer. No llegue a ver su rostro.
De repente me callo una gota en la todavía dolorida nariz, y sin rastro de sorpresa en el rostro, salí como una centella corriendo de allí dirección a mi casa.
Cuando llegué, abrí la puerta y me encontré con la luz del salón y la cocina encendidas,
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Las Obras Perdidas
Mystery / ThrillerMiquel indaga en un misterio sobre el expolio de las obras de arte robadas por los nazis y sobre como un escuedron de hombres del arte (Militares especializados en recuperar esas obras de arte) las recuperan y se desarrolla una trama de traicion y e...