【Capítulo 1】

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Miraba fijamente el café, mi única compañía del momento.

Estaba sentada sobre su sillón favorito, iluminada con una luz tenue.

¿Cuánto más aguantare esto?

Quizás sea masoquista, o simplemente lo quiero de vuelta.

Los estúpidos regalos que le doy los ignora o los tira. En cambio los de ella los guarda como un tesoro.

¿Por qué la conoció a ella? ¿Qué tiene ella que no le puedo dar? ¿Vida privada? ¿Dinero?

¡¿Qué tiene maldita sea?!

Apreté fuerte la taza que hasta imaginaba que se rompería y con sus pedazos me cortaría.

El sonido de un coche estacionando, me saca de mis pensamientos.

Mire el reloj colgado, 4:58 AM. Eso fue uno de los regalos de boda que me obsequiaron. ¿Quién diría que es mi infierno ahora?

Apague la luz y deje la taza bajo la cama, para proseguir a acostarme.

El sonido de las llaves en la puerta, hacían que mi corazón se escogiera.

Me dolía mucho todo esto.

Cerré los ojos al sentir sus pasos a la habitación.

Escuchaba su respiración calmada, una que siempre aparece a la noche.

Abrí un ojo para observarlo, me encantaba su expresión seria, era algo que me recordaba cuando nos conocimos.

Pero en cambio, era una mirada de lujuria, acompañado de un sonrojó y leves gotas de sudor.

Siempre llegaba así, sabía perfectamente lo que hacía.

Dejo el celular en la mesita de luz y se fue a bañar.

El sonido de un mensaje despierta mi curiosidad. Me levanto y agarro su celular.

«Te amo, buenas noches»

Lágrimas querían escapar de mis ojos; deje el celular en su posición anterior y me tape toda.

Al escuchar el agua parar, me destape toda y cerré un ojo.

Miraba su cuerpo, era simplemente hermoso. Caminaba hacia su celular para mirar el mensaje anterior.

Una leve sonrisa se posó en sus labios, los cuales ya no me tocaban. Apago su celular y se colocó un pantalón.

Esperaba que se acostara junto a mí, mientras nos tapaba a ambos; luego que me abrase y acurruque en su pecho con la frase «Te amo» y un tierno beso en mi frente.

Pero no, simplemente se sentó en su sillón, mirando serio las hojas que había con un suspiro desganado. Veía como sacaba a cada rato la foto de ella, para observarla y seguir trabajando.

Me senté mientras bostezaba, simulando a ver despertado.

—Amor, ¿A qué hora llegaste? —pregunte con una sonrisa.

—Hace horas, tengo mucho trabajo—comento desinteresado, mientras guardaba la foto.

— ¡Oh! Te hice galletas—comente, corriendo a la cocina.

Por favor que esto sirva...

Agarre una bandeja de galletas de coco, las cuales tarde toda la tarde en hacerlas para que sean perfectas.

Cuando volví, estaba él mirando fijo un papel; al verme lo oculto rápidamente para acomodarse en su asiento.

—No tengo hambre—comento mirando asqueado las galletas.

—P-Prueba una por lo menos—comente rápidamente, poniendo suavemente la bandeja en su escritorio.

— [TN], tenemos que hablar—dijo con un suspiro pesado.

—P-Primero come las galletas, estuve haciéndolas todo el día—dije, poniéndome de rodillas y juntando ambas manos.

—Tsk, está bien—dijo agarrando una galleta, para luego comerla desganado.

¡Si! Por fin pude, acaso ¿Estamos avanzando?

—Quiero hablarte de esto—comento mostrando una hoja.

Divorcio...

— ¿P-Por qué...? —me interrumpí a mí misma.

Las lágrimas no dejaban de salir, las quería retener pero no podía... ¿Por qué? ¿Qué he hecho mal?

—Lo siento, pero no quiero seguir con esta absurda relación.

¿Absurda?

Apreté mis puños sobre mi regazo, mientras bajaba la mirada.

Viejos recuerdos se hacían presentes.

«Estaba sentada bajo un gran árbol, en el cual siempre era nuestro punto de encuentro.

Acariciaba un tupper rosa, con el cual siempre le traía mi comida.

Sonreía tontamente al pensar en él.

— ¿Qué tanto piensas? —Una voz me saco de mis pensamientos. Alcé la mirada encontrándome con un pelinegro.

—En ti—conteste con un leve rubor, haciéndole lugar en una manta en la cual me sentaba.

—Tsk, eres solo mía mocosa—dijo para sentarse a mi lado.

— ¿Cómo te fue? —pregunte, destapando el tupper.

—Bien, solo me queda el ultimo—contesto, mirando curioso.

【Treinta y dos ¿Abrazos?】•Levi Ackerman•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora