Al apoyarme en tu hombro,
Mientras me sujetabas de la cintura,
Apegabamos nuestros cuerpos con delicadeza
Y el manto de la noche lleno de estrellas nos cubría,
Me di cuenta,
Por qué todas las veces que deseaba irme,
El destino no lo permitía.
No es que se apiade de mí,
Es que sabía, que nadie podría ocupar ese lugar de tu cuerpo, mejor que yo.