Capítulo 1 "Los criminales tienen rostro de niños."

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Las bellas calles de mi cuidad. Sí, ese olor a ratas muertas, humo de cigarro y marihuana, restos de cristal crujir ante las pisadas de los inocentes que se cruzaban sin comprender nada, y una satisfacción en mi cuerpo al oír a mi subconsciente decir: Haz ganado la pelea. Lo siento mucho, necesito dinero, y romperle el rostro con mucho cariño a la gente es lo único que puedo hacer bien.

—¡Ten compasión, por favor! Mis hijos y mi esposa están esperándome en casa, déjame verlos por última vez. — Él temblaba ante el agarre de mis frías manos.

—¿Y qué ganarás con ello?, Tú tienes una bella familia que te ama, en cambio mi familia es una bolsa llena de avaricia y lujuria. Tengo que matarte para ganar dinero y así mantener lleno el estómago de los desgraciados que se hacen llamar mis seres queridos. —Espeté, mirándolo a los ojos.

—No es mi culpa que tu vida sea miserable, al menos comprende a los demás. ¡Mírate! —Gritó—. No te quieres ni un poco, ¿cierto, Aldemar?

Robbie Payne, era un sucio y desdichado chico de negocios cuya familia tenía la buena suerte de ser multimillonarios. No faltaba ni un sólo día donde nos presumiera el "poder" que tenía en sus manos, sólo por ser catalogados como La Familia Con Mejor Economía En La Ciudad. Ese chico me daba asco... y también su familia.

—¡Me das ternura, Payne! —Acaricié su rostro suavemente—. Es hora de mostrarte quién es el verdadero rey de la ciudad.

—¿No comprendes, Aldemar?, ¡Tengo hijos! No puedo dejarlos solos. Son mi vida.

—¡Cállate de una vez! —Exalté—. No es mi culpa que a tus cortos veinte años seas padre de tres mocosos. ¿A caso yo te obligué a embarazar a tu esposa? —Pregunté.

—¡Pagarás por todo, Morrison!, ¡Pagarás por todo!... —El bello resonar del gatillo me estremeció. Robbie cerró ambos ojos, y como escena en cámara lenta fue cayendo al suelo; La sangre comenzaba a manchar su camiseta blanca. ¡Lo siento, mi rey! Necesitaba hacerlo.

Guardé el arma en su pequeño estuche de tela, el rollo de billetes los coloqué dentro de mi bóxer. Sucio todo aquel que quisiera buscar ahí dentro, salí corriendo de aquella escena de horror. La policía no tardaría en llegar. Mi casa se encontraba a tres cuadras del callejón más peligroso de toda la ciudad, era cosa fácil poder escapar por tu ventana, preparar tus puños y ganarte el respeto de tus cuates.

Hace un año, aproximadamente, que comencé con las peleas clandestinas para ganar dinero. Nueva York es una ciudad muy grande y lujosa, no sé cómo puede haber demasiada pobreza. Se supone que aquí se encuentran los mejores trabajos de todo el universo. "Se supone"

Once y media de la noche, las luces de mi casa se encontraban apagadas, era claro que mis padres les importaba un comino mi existencia, o mi seguridad. Trepé por las escaleras negras oxidadas del edificio donde los tres vivíamos y abrí la ventana con un destornillador que saqué de mi bolso. Mi departamento se encontraba en el cuarto piso; era incómodo trepar esas antiguas escaleras cada viernes por la noche, mis manos ardían del dolor. Ni modo, así es la vida de Aldemar Morrison. Al entrar a la habitación, arrojé mi mochila al suelo y después me tumbé en la cama con el estómago hacia abajo, fue una noche pesada.

Tienes dos nuevos mensajes de Dylan Hampshire.

Demonios, ahora que no quiero levantarme se le ocurre al tonto de Dylan enviarme mensajes. Cubrí mi cabeza con una almohada e intenté dormir, pero el molesto sonido de los mensajes comenzaba a desesperarme. Arrojé la almohada al suelo, y me levanté a revisar los mensajes:

11:35 pm Dylan Hampshire: Oye, ¿estás despierto? Quiero hacer un video llamado contigo ahora mismo en Skype.

11: 45 pm Dylan Hampshire: Corre, Morrison, no tengo toda la noche.

Seduction Brother's (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora