Cálido día de septiembre.

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Los próximos cuatro días transcurren de manera "normal", a excepción de que el viernes nos llevan a conocer el auditorio de la escuela. Cuando llegamos al auditorio hay un hombre de mediana edad, estatura alta y con aspecto de ser un profesor importante en la escuela hablando y dándonos un curso de inducción, segundos después alguien me habla y duro un tiempo en captar que es a mí a quién habla, pues durante esta semana no había hablado con nadie de mi grupo. Su nombre es Angélica, es alta, delgada, tiene ojos color miel, una mirada tierna y me sonríe de manera tan dulce que me es imposible ignorarla. Me hace un comentario respecto al tipo que hablaba, fue muy divertido así que no puedo contener la risa. El hombre que está al frente me llama la atención así que le respondo con una sonrisa tímida Al finalizar el día camino a mi casa; me siento tan orgullosa de haber hecho un amigo antes de terminar la semana, aunque más bien, alguien se hizo mi amigo.

Sigo hablando por mensajes con Santiago, cada día descubro que es una gran persona, y me sorprendo mucho cuando me entero de que no estudia en la misma escuela que yo. En el siguiente mensaje me dice que fue a la escuela sólo para intentar verme, y siento un rubor en mi cara, de verdad no lo imaginaba, ya que había muy pocas probabilidades de encontarme, porque, bueno, ¿Cómo supo que estudio en esa escuela si no usamos uniforme?

Pasan unos días, en la escuela ahora soy un poco más conocida, aunque me gané el apodo de "Addy Unicornio", ya que en mi nombre de usuario tengo un emoji de unicornio. En mi grupo hay gente que es muy amigable, a los que podría llamar mis amigos; aunque la mayoría no me cae muy bien, su manera de bromear me parece demasiado inmadura, así que no me interesa entablar una amistad con ellos. Todo se complica para mí cuando en clase de Sexualidad la maestra nos habla de una exposición, vale el 30% de la calificación del semestre; y para mi mala suerte, ella hace los equipos. Sé que debería entusiasmarme la idea de trabajar en equipo, sólo que trabajar en equipo para mí es como hacer algo yo sola, con la diferencia de que no sólo yo debo debo estar satisfecha con el resultado, sino que también lo deben estar los integrantes del equipo.
Me toca exponer con unos chicos con los que no había cruzado palabra en lo que va del curso, y después de luchar contra mí misma y ser más amable, la exposición está terminada y al fin puedo volver a ser yo misma.

Con Santiago todo va muy bien, sin embargo me parece muy extraño no haberle visto desde el primer día de clases. Entiendo que él no asiste a mi escuela, así que intento dejar de preocuparme por ello, pero no lo logro. Después de comentarle eso a Santiago él se ofrece a verme, cuando lo dice mis manos comienzan a sudar; pues aunque ya lo he visto, jamás había entablado una verdadera conversación con él, frente a frente.

Al fin llega el día, es un precioso día de septiembre, el sol salió, la temperatura es bastante agradable: es caliente pero no sofocante. Cuando terminan mis clases voy a casa con la mejor actitud del mundo; llego a mi casa y comienzo a hacer mis deberes, para cuando los termino son las 4:30. Tengo una hora para arreglarme y llegar al lugar acordado. Cuando estoy saliendo de mi casa me llega un mensaje que dice "Disculpa, llegaré a las 6:00", así que me dirijo a la casa de una amiga, que vive muy cerca, al llegar se sorprende, pues no cree que estoy aquí porque quería visitarla, así que le cuento mi historia del por qué estoy en su casa, le cuento sobre Santiago y le hago saber que me gusta, y cuán nerviosa me pone pensar que voy a verlo, de nuevo. Cuando faltan 5 minutos para la hora acordada camino hacia el lugar donde quedamos y siento que las cuadras son más largas, los árboles más altos, los autos andan mucho más lento. Me sudan las manos y me tiemblan las piernas; me pongo tan nerviosa que se me comienza a dificultar respirar, sin exagerar. Cuando lo veo todo se detiene en seco: para mí sólo está él, recargado de manera despreocupada en el cartel de la parada del autobús.

Cuando me mira el mundo vuelve a su estado normal, su cálida sonrisa irrumpe en mi interior y me embriaga, llega el momento saludarlo e intento hacer salir las palabras de un modo natural, sin embargo termina pareciendo que las escupo fuera de mi boca; sin embargo Santiago sólo me sonríe y me saluda. Caminamos unos momentos alrededor de la zona y me pide que lo acompañe a comprar algo para beber; me invita algo, pero después de mi negativa nos sentamos a hablar unos minutos, mientras él termina su bebida. Para cuando esto sucede, ya es hora de regresar a casa, y como vivo cerca del lugar donde estábamos, Santiago decide acompañarme a mi casa. El camino es muy agradable con su compañía, parece incluso más corto, hace de el recorrido diario más ameno. Me siento como en un cuento de hadas, jamás creí que podrías querer a alguien en tan poco tiempo, habiendo hablado muy poco con ese alguien.

Cuando estoy a una cuadra de mi casa me despido de él y me dirijo a mi casa, cuando estoy dentro doy un suspiro grande: al fin tuve la oportunidad de hablar frente a frente con mi querido Santiago.

Querida NirvanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora