La llave giro en silencio dentro de la cerradura, entró al piso atravesando el pasillo que giraba en ele y se dirigió hacia la habitación.
__León__llamó mientras iba acercándose al dormitorio, no hubo respuesta pero sabía que estaba entre esas cuatro paredes, podía percibirlo...
Dejo el bolso a un lado y miró como las cortinas ondeaban a través de la ventana abierta, desde allí podía ver la terraza del vecino de en frente, se trataba de una construcción en forma de ele, de modo que en medio del edificio quedaba un bonito jardín con piscina, allí pasaba el aire y el calor no era tan sofocante, era un lugar tranquilo y residencial, pero como siempre, sentado en una de las sillas estaba uno de los hijos del vecino. Y no cualquiera de ellos sino ese que era todo un portento de la naturaleza con ese cuerpo fuerte, alto, morenazo.
Movió la cabeza tratando de desentumecer sus músculos y la nuca que sentía agarrotada y sacó su cabellera negra y ondulada en las puntas que habían quedado dentro de la chaqueta y fue entonces cuando sintió el movimiento, la cercanía d aquel cuerpo espléndido y fuerte, potente...
Se quedo quieta tal y como esperaba y no se volvió, tenían establecidas ciertas normas tácitas y aquella era una de ellas, almenos ese día. Lo supo por su olor y la forma de acercarse. Una venda oscura y suave cubrió sus ojos siendo atada con destreza tras su cabeza.
León sintió en el acto como el cuerpo de ella se calentaba, sus golosos labios se entre abrieron dejando escapar el aire, se situó frente a ella comprobando que no podía ver y tiró con brusquedad de su chaqueta. Suerte que no la llevaba cerrada o los botones hubieran saltado por los aires...
León volvió a contemplar rodeándola apenas tocando su cintura y roncó complacido y enfadado a la vez, esa chica era tan hermosa que su imagen lo perseguía donde quiera que fuese y aunque el conjuntito que llevaba le quedaba divino la quería gloriosamente desnuda, almenos en ciertas partes. Así que apoyando algo frío, acerado y punzante en la mejilla de ella, que dió un respingo, lo deslizo hasta la punta de su blusita que rasgo para acabar de destriparla con sus propias manos haciendo que el pecho de ella se moviese acelerado. Contemplo el sujetador y lo rompió también introduciendo el filo entre sus pechos. Allison jadeó ¿Cómo iba a regresar después a casa si la dejaba sin ropa? Se humedeció los labios nerviosa y sintió como si apretaba los músculos de las piernas, entre estas ya se revelaban los primeros signos de su excitación a pesar de todo.
Aquel hombre la había vuelto loca, se había convertido en algo más que un simple juego, era su mentor, su vía de escape... se había creado una extraña relación entre ellos que ya ni sabían clasificar. Tampoco lo intentaban ¿para qué? Cuando sus cuerpos ya se encargaban de hacerles olvidar cualquier pensamiento lógico. El aire meció sus cabellos y de nuevo recordó la figura del vecino sentado en su silla y el fuego encendió sus mejillas dejando escapar un quedo gemido al tiempo que los dedos de León se deslizaban por debajo de su falda, directos a sus muslos. Pensar que podía estar viéndolos perfectamente le creó una extraña sensación de hormigueó en el estomago y notó como se mojaba aún más, debía estar enferma, detener aquello pero en cuando sintió como León tiraba del lazo de sus braguitas su mente sufrió un cortocircuito. Su caramelo de derramo por entre sus pliegues y tuvo que tragar. ¡¿Cómo era posible que ya estuviese tan excitada sólo con eso?! En realidad no debía estar muy sana pero se sentía tan bien...
León le había dicho una vez que no tenía por que avergonzarse de disfrutar de su sexualidad y era cierto... no había nada de malo, pero saberse observaba por aquellos dos hombres la estaba poniendo cardíaca. ¿Era normal? Sentía los pezones duros como piedras al simple roce con el aire y más cuando la experta lengua de León empezó a ocuparse de estos así como de sus pechos un breve instante.