Azul cargado.

Elegís papel azul para envolver el regalo porque conocés sus gustos y sus miedos. Conocés su color favorito. Recordás con detalle el día en que lo conociste y ese vestido azul con lunares que a él tanto le gustó. Hace más de tres décadas que no te cierra en la cintura y sin embargo ahí sigue. Ese pedacito de tela, juntando polvo en un placard.

Es el día en cuestión y el sol incomoda desde temprano. El paquete azul espera en el garaje y él descansa allá, del lado lleno de la cama, en paz.

Ya con la lista en la mano, lo mirás y no te animás a despertarlo. Paz, un regalo que no se le puede negar a nadie. Eso dicen.

No dormís bien desde hace un poco menos que siempre y las piernas te pesan. Pero aún más te pesa la complicidad. Te pesan los años compartidos y comprometidos. Te pesa aquella vida entera. Te pesan los ronquidos que viajan desde la escalera hasta tu nuca. Te susurran. Y de pronto, ya no más. Ahora viajan pasos pesados hacia donde estás.

Hace un rato que bajaste al primer piso y dejaste la escena armada. Globos y adornos. Quizás todo un poco por demás. Comida fresca y mucho alcohol, para no desentonar. No sabes por qué, pero te anima un poco saber que seguiste el plan al pie de la letra. Una letra áspera como las manos de quien dibujó los más atroces números en una lista de últimos deseos. Esas manos que te solían sorprender. Un poco quisieras volver a eso, pero la sorpresa entre ustedes quedó muy atrás. Allá lejos, cerca de su felicidad. Y de la tuya ni hablar.

Recorrés la distancia entre la cocina y el garaje cargando tu regalo y preguntándote qué pesa más. Si el arma, las balas o el papel azul que no deja ver. Sabes que acá no existe alivio para los vivos. Esos que gritan sin vergüenza allá del otro lado de la casa y se desviven por probar la torta que él te pidió. "El número cuatro de la lista", pensás.

Vecinos, familia y amigos vacían los platos y las botellas con entusiasmo. Y a vos poco te contenta. Al carajo tus esfuerzos por dilatarlo todo un poco más.

Cantan, ríen y celebran un año más de esa vida que a él ya tanto le pesa.

Vos conoces. Vos ves a través del azul cargado y no haces nada.

Sólo un número más.