Prólogo

18 3 0
                                    

Los colores del cielo varían de amarillo a naranja mientras el sol, con rojas tonalidades, declina suavemente en el horizonte.

Las nubes se confunden con las sombras de la noche que anuncia su llegada.

La oscuridad de la noche deja brillar las estrellas y el cielo parece encender miles de luces.

La canción The Moth & The Flame - Young & Unafraid suena en mis auriculares mientras yo admiro el atardecer que se refleja en el cielo a través de mi ventanilla. Las gotas de la lluvia golpean contra ella.

Yo me encuentro completamente relajada y perdida en mis pensamientos, ajena a lo que pasaba a mi alrededor.

Éstos últimos van desde Ryan, una persona que no me gustaría tener en mi mente por mucho más tiempo, hasta el hambre que tengo ya que me alimenté con solo una barrita de cereal en todo el día.

La discusión que mantienen mis padres es apenas audible, sin embargo es lo suficiente fuerte como para irritarme, por lo que aumento el volumen de la música para acallar sus voces.

Aveces me ponía a pensar en lo fácil que se me haría la vida si ellos se dignaran a separarse. Estoy consciente de que no es un pensamiento que una persona de 16 años tendría que tener, pero siempre me imaginé que sería más feliz así, viviendo con mi padre, y lejos de mi madre.

Mientras sigo cavilando observo al chico que se encuentra completamente dormido junto a mí.
Sus rasgo son muy parecidos a los míos, casi todos, excepto por el pelo. El mío es dorado, mientras que el suyo es una oscuridad absoluta.

Su pecho asciende y desciende acompañado de su tenue respiración. Al observarlo me invaden unas ganas inmensas de encontrarme dormida, tal como él se encuentra, sin preocupaciones y sin ser atormentada por mi mente, y lo que ésta contiene.

Por lo tanto, cierro mis ojos.

Entonces es cuando ocurre.

El choque provoca que todos mis huesos tiemblen y que el miedo se desate.

Ahogo un grito.

Escucho a mi padre gritar algo pero no logro entenderlo. Él se muestra imprudente al manejar y sale de la autopista. Ahí es cuando el vehículo en el que estamos se vuelca.

Los vidrios estallan en una milésima de segundo y no puedo soportar el sonido que provoca. Éste está mezclado con los gritos de desesperación.

Entonces mi cabeza golpea con algo abruptamente, no sabría decir qué.

Me encuentro aturdida. No oigo nada.

MUTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora